Desde el año 2000 se detectan indicios de grandes desequilibrios estructurales en nuestra economía. Esto quiere decir que el enfermo de cáncer se ha resfriado. Claro que habrá que curarse el resfriado, pero sin ignorar el cáncer de fondo.
No es que lo diga yo, eso ya lo han admitido y publicado varios gabinetes de estudios económicos.
Nuestro problema es estructural, o dicho de otra manera, ya es un problema de naturaleza, no es de grado. Otra, no tenemos problemas con los adjetivos, nuestro problema son los sustantivos.
Pero el problema más grave, una vez diagnosticada la enfermedad (al menos que se admita que el paciente está enfermo) lo tenemos con el equipo médico de guardia. O sea, con los gobernantes, que han de liderar una gran oleada de cambio.
¿Qué hacen? Ir como locos detrás de la recaudación, o sea crecer más. Precisamente esto es lo único que ya no pueden hacer. Quienes todavía piensen que Ibiza y Formentera son un sitio excelente para seguir explotando el suelo con la coartada y la demagogia de dar trabajo están muy equivocados: para crear puestos de trabajo, dicen ellos; en realidad sólo es cuestión de tiempo el que se acaben los puestos de trabajo en la construcción y además que acaben con el turismo y estamos ya en esta fase.
Naturalmente que caben más casas y más bloques. Caben miles más, de hecho en Ibiza podríamos meter a toda la población de Cataluña, todo es cuestión de apilarla bien (y además los catalanes no se quejarán de nada, sólo de Madrid).
El problema es que nosotros no vivimos del ladrillo, sino del turismo. Toda la economía de la isla gira de forma satelital alrededor del turismo. Incluso si viven 125.000 personas todo el año, es porque pueden hacerlo por la transferencia de capital del turismo.
Sector primario: la poca ganadería, agricultura, bosques, pesca, (las salinas quizás sean la excepción y fueron útiles cuando en la isla vivían 30.000 habitantes) van al mercado interior.
Sector secundario o transformador. ¿A quién se le ocurre algo de importancia? Aparte de las instalaciones mínimas para su funcionamiento en la isla no hay industrias.
Sector terciario o de servicios: el nuestro, turismo, tiendas, bares, restaurantes, taxis, prensa, diseño (aunque hay quien se ha inventado lo del sector cuaternario para la información, y el quinario para la educación, la cultura, entretenimiento y el arte).
La economía de Ibiza ha sufrido excesivas distorsiones y ha salido malparada. El ladrillazo y el boom nos han dejado vencidos.
¿Queda alguien todavía convencido de la necesidad de seguir amazacotando las islas con más cemento?
Obras pocas, buenas y sólo las imprescindibles.