Descubrí esta expresión a principios de esta década en la prensa de Valencia, que ya entonces mostraba su alarma por el creciente aumento de extranjeros que se colaban en Urgencias para conseguir una operación quirúrgica de envergadura.
No hace mucho, el ex-presidente de Extremadura Rodríguez Ibarra se quejaba de los mismos abusos, viniendo a decir que cosa muy distinta es atender a los enfermos sin recursos y otra tener que cubrir los fuertes gastos de muchos aprovechados con medios que consiguen su cambio de cadera, un marcapasos y otras cosas por el estilo en la sanidad española.
Un doctor extremeño le contesta que no es tan fácil ser atendido para una operación si no es cuestión de supervivencia. Pues sí, estos enfermos ingleses, franceses o alemanes vienen con la lección bien aprendida.
Hace unos días la ministra española logró bloquear la nueva Directiva europea, que hubiera empeorado nuestra situación porque hubiera supuesto unos 2.000 millones de gasto añadido. La ha bloqueado, y eso es bueno, pero el tema no queda resuelto.
Me extrañaría mucho que los negociadores socialistas (que por cierto presidirán la Unión Europea durante los próximos seis meses) tengan la habilidad necesaria para salir bien del envite. Desde luego sería la primera vez, y si no que se lo pregunten a los agricultores españoles, abocados a la ruina por unas nefastas negociaciones.
Se le llama turismo sanitario, médico, de bisturí o de salud. En casi todos los países del mundo intentan atraer clientes que aprovechen los quince días de vacaciones para hacerse una operación quirúrgica de envergadura o unas mejores de cirugía plástica y estética.
Siempre fue así. ¿Quién no recuerda al habilísimo Pitanguy en Brasil, de quien se dice que reinventó los mejores senos del Hollywood de los años 60 y 70? Otros cirujanos se han hecho famosos en algunas ciudades de Marruecos por operaciones de cambio de sexo y otras menudencias. Casi tanto como los cirujanos de Tailandia, que son reconocidos por sus excelentes trabajos en transexualidad.
Más tétricas pero no menos importantes han sido las peregrinaciones a París o Londres para abortar. En Valencia hicieron fiestas y grandes celebraciones para recibir un barco-quirófano holandés que practicaba abortos en aguas internacionales. Por qué estaban tan contentas y tan festivas las feministas de la huerta es un motivo que ignoro, pero la prensa y la televisión les hizo la publicidad gratis. No es necesario recordar que ciudades como Madrid o Barcelona a su vez acogen a muchas embarazadas europeas que aprovechan la laxa situación española para abortar o lo hacían hasta que hubo algunas investigaciones que detuvieron el escándalo.