Mi artículo de hoy en Diario de Ibiza:
He conocido casi todas las técnicas de impresión desde que empecé en la calle Aragón, en 1972, a escribir en este mismo Diario de Ibiza.
Una vieja generación de trabajadores que había vivido de lleno la guerra civil hacían posible que se publicaran aquellas cuatro páginas, a veces una simple hoja doblada.
Luis Mas era el más joven de todos. Pasado un tiempo se incorporó Bartomeu Planells, que no es hermano mío, pero como si lo fuera. Y un buen día me encontré con un catalán, afable, amante de las cosas bien hechas, que se estaba peleando con la máquina de hacer el fotograbado, que no creo que hubiera funcionado nunca: era Buil Mayral.
Preámbulo nostálgico e inevitable: la memoria es precisamente la cultura y nunca ha sido mala si sabes dosificarla y agradecerla. Casi es un deber ir contando estas cosas, para que la nueva generación (al menos los que estén más atentos) disponga de otros elementos para asumir su presente.
A mí me admiraba la velocidad de los dedos de Luis Mas, sentado y castigando la linotipia. Yo nunca he sabido escribir bien a máquina; como en casi todo, lo hago a mi manera y no siempre de forma ortodoxa.
Pero Luis Mas era un cohete, una máquina que podía estar durante horas sentado.
Y esto era lo malo, porque el teclado de la linotipia es muy acogedor, pero las letras iban tallando las palabras en una barra de plomo que se iba fundiendo y formando de manera cíclica.
No podía ser bueno aquel plomo fundido, ni siquiera tomando algún vaso de leche de vez en cuando para neutralizar las toxinas.
Una vez picado mi artículo iba a una caja, donde lo componían y agregaban anuncios, con caracteres de metal, fijos. Todo conjuntamente iba rellenando el negativo de lo que sería la página impresa sobre papel.
Mis primeros libros se imprimieron así, a partir de la linotipia.
Más adelante vino la edición en offset y apenas ya conocíamos sus entresijos, se nos pasó a la edición digital.
En realidad vas escribiendo y conformando sobre la pantalla lo que será la página publicada en papel.
De ahí a los libros digitales ya sólo hay un paso y en realidad es la misma técnica. Mis últimos libros han sido confeccionados en imprentas digitales.
El últimísimo, ´Los límites del Paraíso´ (agotado y preparando un segunda edición), salió redondo de las oficinas de Sinstock de Valencia.
Todos estos nombres salen en Google. Ahora hay muchas: Libros en Red, Bubok, Lulu, y otras tantas.