A finales de mayo olisqueo los aires preveraniegos de Ibiza. Todavía no habían abierto las discotecas y ya presentí las horrores del desfile estacional: ya están aquí, me digo, se siente, se presiente. No sé si estoy muy orgulloso de que Ibiza tenga media docena de antros entre los más ruidosos del mundo. Me temo que no. Pero hay que aceptar que es un argumento de peso en nuestra oferta y sería mucho más convincente si los turistas pudieran elegir en un amplio abanico de opciones. No pueden, toda la isla se centra en el turismo lúdico basado en la música y las drogas, legales, alegales o ilegales. En principio este tipo de actividades se sobreentendía que quedaba recluido a un horario nocturno. Pero van crecidos y ya quieren el día, la noche y lo que se ponga por delante.
Yo soy contrario a establecer tasas e impuestos. Habría que bajarlos todos y quitar algunos y desmantelar la cruel y voraz maquinaria mafiosa instalada por los políticos. Para vivir no es necesario pagar tantos impuestos. Todo esto es un timo. Basta con trabajar para mantenerse a uno mismo, a sus hijos y a algún pariente inválido, pero no para mantener millón y medio de garrapatas, que suelen acabar siendo los cuñados del alcalde o del presidente de turno. Por no entender esto, el PP y el PSOE se irán al carajo, dejando un peligroso vacío que ocuparán los populistas de corte comunista, en alianza con los retrógrados y totalitarios nacionalismos: una situación aterradora. En España ya la hemos conocido y acabó en un baño de sangre. Pero Podemos Ibiza –de verdad, no sé cómo se llama la piel de cordero que se han vestido para disimular su pertenencia a Podemos– quiere imponer una tasa a las discotecas. Va a dar lo mismo: la acabarán pagando los clientes. Si ahora pagan 70€ por una noche de tortura ¿les va a afectar pagar 80? ¿Van a subir el precio de las pastillas o del gramo de coca? ¿No? Entonces tranquilos, el mundo va bien y la vida es bella. Todo esto es perder el tiempo, pero da igual, Podemos no hará otra cosa el tiempo que gobierne, aparte de arruinar a mucha gente.
Sin embargo, Podemos podría hacer algo por el turismo que viene a Ibiza y a Formentera. No son turistas incómodos, sino insoportables (no todos, obviamente). Por lo tanto, dad medios y apoyo a la policía y comenzad a penalizar conductas impropias. Que vean desde el primer momento que Ibiza no es una discoteca. Dentro, pueden ser los reyes del mambo, pero una vez en la calle han de comportarse como lo hacen en Londres, Berlín, Colonia o Liverpool. No digo que se tenga que comenzar a apalizar y a provocarles, sino a cuidarles, facilitarles la vuelta al hotel, informarles y en casos extremos, multa dolorosa al canto. Y que se sepa, que lo cuenten. Y que se respeten los horarios y los decibelios.