Cuando el entonces director del Diario, el malogrado Paco Verdera, me sugería que escribiera un artículo sobre el tráfico o sobre el cáncer yo me agarraba un fenomenal cabreo y me solía ir. Cuando las aguas volvían a su cauce yo le explicaba que hay temas que es inútil tratar en un periódico, si no es para dar el listado o las cifras de los muertos. Porque todo el mundo está en contra, pero nadie parece decidido a levantar el pie del acelerador o a dejar el tabaco. Al final nos reíamos, reconciliados, y alguien sacaba la anécdota de aquel cura de pueblo que de vez en cuando se largaba unos discursos memorables. ¿Sabes sobre que trató el último? Sobre el pecado. ¿Y que opina él sobre el pecado? Pues... que no es muy partidario.
Pero hoy ya soy partidario de dedicarle unas líneas al tráfico, porque es sinónimo de horror. Unas líneas al horror nunca deben desestimarse. Ya no es exactamente la velocidad, sino todo lo contrario lo que nos preocupa: las retenciones y los colapsos en recurrentes cuellos de botella (en Ibiza, de garrafa). Sé que habrá alguien en la delegación de Tráfico de Baleares o del Consell que tendrá estas cifras: el nivel de saturación de algunos puntos. Entradas de San Antonio y Santa Eulalia. Y por supuesto las rotondas de acceso a Vila. Y etc. Puedo aventurar que habrá pocos sitios del planeta que tengan esta densidad. Sí, quizás algunas urbes de Indonesia, India, China o Japón. En España apostaría que nadie puede competir con el caos de Ibiza. Y Formentera que va siguiendo nuestra estela hacia la catástrofe, razón por la cual decidieron arbitrar medidas para reducir el impacto de los vehículos sobre la isla de 80 kilómetros cuadrados.
El Diario nos revela lo que ya sospechábamos: el tramo de autopista al aeropuerto de es Codolar ha aumentado casi un 25% en un solo año, pero siguiendo una línea ascendente desde 2008. Sería risible que los embotellamientos, en vez de ser áereos en las llegadas/salidas aeroportuarias, fuesen una vez ya en tierra por no haber sabido diseñar unos accesos racionales que amortigüen la inexplicable densidad de esa arteria. El trozo más transitado es el que une Can Sifre con el enlace de Ca na Palleva: no son unos cuantos vehículos, son 43.043 en una cifra burlona que parece mofarse de nuestra estupidez colectiva.
Precisamente por este motivo concreto expresé mis dudas en torno a la oportunidad de urbanizar la zona de Platja d´en Bossa, con Ibivegas u otros centros que congreguen grandes masas. Pero no voy a esforzarme. Da igual lo que diga la prensa. El maléfico principio político que rige en Ibiza es «construye como quieras que ya arreglaremos los parterres y los jardines después». Pero ahora el problema no es de ornamentación. Es de estructura y funcionalidad.