En sólo tres horas, el fenicio puede visitar fugazmente media Acrópolis. Dalt Vila es enorme y ha ido densificando su contenido para convertirse en un museo global, un parque temático que se hace difícil de digerir en su totalidad. Así que queda para otro año la visita a la parte del ayuntamiento y la Marina, aunque las últimas visitas han sido un poco deprimentes.Remarca el fenicio esta doble significancia: Ibiza se explica en el extranjero por las dos grandes pirámides. La de Dalt Vila o la Acrópolis está quedando como una silueta que identifica Ibosim como ente urbano. Es Vedrà, por contra, es el referente de la Ibiza pétrea, telúrica, rural. Urbe frente a la ruralía. Con estas dos fotos, tan amplificadas y tan divulgadas, casi explicaríamos Ibiza y su historia.Pero prosigo con el recorrido de la parte alta de la ciudad.Hoy el fenicio culmina con la visita al Museo Arqueológico de Arte Contemporáneo (según feliz hallazgo de un lector de mi blog).El MAC está rutilante desde que se siente protegido por los restos cartagineses de la planta baja, donde exponen dibujos de varios artistas, pero con preferencia de Marí Ribas (Portmany) y Tur Costa (Gabrielet).
En la parte de arriba se muestran varias películas y documentación de prensa escrita sobre aquel encuentro de diseño en San Miguel en 1971. Ignoro lo que ofreció aquel simposio a la humanidad, sí sé que nadaban en los humos benéficos del cáñamo y numerosos artistas pudieron desarrollar algunas ideas sujetas a a tierra y al lugar, con events y muestras de land-art y otras manifestaciones inclasificables, como las casas hinchables y otros descuelgues sobre el agua y en el aire. Todo esto representa una parte de la pequeña historia doméstica, pero tampoco me atrevo a valorar su relevancia.
Los dibujos de Portmany son siempre el mismo pero siempre son distintos, escenas dinámicas de la vida cotidiana de la ciudad. Suelen ser dibujos matutinos. Pasado el mediodía, nuestro amigo recogía el tintero y la libreta y se iba a la fonda a comer un plato de arroz o a subir comida para sus gatos.
Los dibujos de Portmany son siempre el mismo pero siempre son distintos, escenas dinámicas de la vida cotidiana de la ciudad. Suelen ser dibujos matutinos. Pasado el mediodía, nuestro amigo recogía el tintero y la libreta y se iba a la fonda a comer un plato de arroz o a subir comida para sus gatos.
Tur Costa muestra los dibujos que estaba haciendo cuando le conocí en 1972. En ambos ibicencos, el dibujo es el esqueleto esencial de su obra. Portmany decidió abandonar la pintura para centrarse en el dibujo. Tur Costa jamás dejó el dibujo, aunque lo sujetó a otras medidas, composiciones y concepciones. El dibujo es básico en toda su vida, de él parten sus obras pictóricas de todo rango. Tampoco voy a repetir lo que dice alguien: la pintura sin dibujo sería impracticable. Después del dripping (goteado) de Pollock, los cortes de Lucio Fontana o de los pintores matéricos (Burri, Schumacher) esto no se puede afirmar en serio. En cualquier caso es una decisión que debe tomar el creador. En Tur Costa el dibujo es omnipresente y relevante; a partir de él nacerá cualquier tipo de obra. La exposición muestra esta habilidad por hacerse con lo principal, lo primigenio, con la esencia, a partir de la cual la obra encontrará su desarrollo en el lienzo o en el papel.