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Un Gobierno despilfarrador y unas autonomías insostenibles escarban en todas partes para exprimir al ciudadano. No se trata de hacer una sociedad mejor, más segura y más eficiente, sino de requisar el dinero del contribuyente, sea cual sea su estado y se encuentre donde se encuentre. Es una escalada en toda regla de los políticos derrochadores contra la sociedad civil. Y no tiene vuelta de hoja, al menos con el silencio, la resignación y la mansedumbre.
Donde exista una propiedad (depósitos bancarios o valores; fincas urbanas, apartamentos turísticos; vehículos o actividad industrial) allí estará el Gobierno central o el autonómico solícito para ayudarte a deshacerte de tus pocos bienes: los quiere el Estado. Dicen que lo necesita después de una década de despilfarro insoportable. Este es el tono y en el futuro todavía será peor, pues la voracidad de la casta parasitaria de los intocables políticos (y sus terminales) no quiere abandonar la ubre que de forma parasitaria ha usurpado. Y nosotros calladitos.
Ahora desaparece la Ley de Arrendamientos Urbanos y es sustituida por una nueva Ley de Alquiler que aprieta las tuercas a los propietarios. Trato duro y sin contemplaciones a los que dispongan de alguna vivienda o apartamento que pretenda alquilar durante el verano, que pasarán a ser controlados por los reglamentos emanados de las respectivas comunidades autónomas.
Ustedes tendrán tiempo de leer mucho material en las próximas semanas, porque escuece y levanta ampollas. Sin duda tiene algunos aspectos positivos, como sacar mucha actividad de la economía sumergida, pero incluso la OCU (consumidores) ya ha levantado la voz porque considera que, en la práctica, dicha ley impide a los particulares el alquiler de sus inmuebles a los turistas: «un nuevo ataque a la línea de flotación de las economías domésticas que no pueden vender sus casas en un mercado inmobiliario muerto y que ven como única alternativa alquilar su propiedad».
Repito, tiempo habrá para ir leyendo sobre el tema, que ya es muy polémico y preocupante. Otra ley que llega en el peor momento de nuestras vidas: la exigencia del Certificado Energético, sin el cual a partir de ahora no podrá comprarse ni alquilarse ningún inmueble que no disponga de tal cédula. Las sanciones son muy serias. El caso es que muchos propietarios y particulares no disponen del dinero necesario pare emprender obras ni para invertir en nuevos requisitos legales. El tema está sobre la mesa. Ser pobre es un asco, pero ser propietario empieza a ser un tema poco envidiable, porque entre otras cosas, no podemos olvidar las últimas subidas de las tasas y de los impuestos. ¿Atrapados y arruinados por nuestras pequeñas posesiones? Solo es cuestión de tiempo.