domingo, diciembre 23, 2007

La huella sonora



Parece el título de un poema pero es todo lo contrario: la huella sonora viene a ser un equivalente a la estela en el mar. Pero las estelas en el mar son bonitas. No así la huella sonora que deja al paso un avión que transporte trescientos guiris.

La huella sonora es fea, como los guiris (la misma palabra, que debe provenir de guirigay, es fea) y puedo dar fe después de vivir durante más de diez años en el centro de la huella sonora, esta estela acústica capaz de acabar con los nervios del mejor dispuesto.

En la plazuela de la calle Lucio Oculacio: durante el día el ruido del cielo venía absorbido por los ruidos de abajo, pero durante la noche, la huella acústica podía causarte perforaciones en el tímpano.

Curiosamente, no siempre. Algunos aviones más que otros, dependiendo (supongo) de la dirección del viento o de la brisa.

Esto, sumado a un pastor alemán que ladraba toda la noche, durante años, acabó por forjar mi carácter. El ruido, como el sacerdocio, imprime carácter.

No lo sabía, pero estos ruidos están prohibidos. Pero en Ibiza no. Aquí, pagando san Pedro canta mejor que la tieta de Pi de la Serra.

Bueno, que no lo supiera yo tiene una pase, pero que no lo supiera el ayuntamiento de Ibiza ya tiene guasa. Aunque… claro que lo sabía, pero intentaba una vez más atiborrar, amazacotar, aprovechar al máximo –colaborando así con la especulación que ya ha acabado con la playa de Bossa, uno de los reductos peor diseñados que se conocen.

Y nada menos, quería meter un colegio para los niños, en plena huella acústica. Y viviendas sociales, que los pobres lo aguantan todo.

Iban a aprobar el Plan General de Ordenación y tan tranquilos, cuando Aviación Civil tuvo la precaución de revisar los proyectos: una aberración. Dijo no, naturalmente.

No debe extrañarnos, salvo algunos mínimos cambios de concejalías, este ayuntamiento es el mismo que daba por buena la construcción de una depuradora en la cima de una montaña. Ni Mortadelo y Filemón.



NOTA: ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN DIARIO DE IBIZA EL 30 DE DICIEMEBRE 2007

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