Las abejas polinizan los frutales, las plantas silvestres, alegran la campiña y además nos dan su miel. Pero en los últimos años están sufriendo un calvario. No era bastante la sequía implacable, ni las fumigaciones venenosas provenientes del Gobierno balear, no bastaron los hongos que las devoran vivas. Ni siquiera era bastante la asiática avispa asesina que ya ha sido detectada en Mallorca, lo cual significa que si no está en Ibiza, poco le falta. Estas avispas se dan un banquete con las abejitas melíferas, las nuestras. Estos factores han causado una temporada extenuante, donde la miel recolectada es un 60% menos, aunque es de gran calidad. La tortura dura desde 2013. Al estar muy debilitadas, se han perdido muchas abejas, entre otras razones por el ataque del parásito varroa, un ácaro muy peligroso.
El revienta-abejas. No era suficiente todo lo enunciado para exterminar a nuestras abejas, que tuvo que llegar un bestia, un descerebrado que atacó hace unos meses (en septiembre 2015) una colonia de colmenas en Benimussa (en Ibiza decimos casera, como la gaseosa), se cargó algo menos de un millón de abejitas y destrozó una veintena de colmenas, que quedaron inutilizables. Ya ha sufrido otros ataques, así como otros apicultores del Norte de Ibiza. ¿Quién es el insensato que puede destrozar unas colmenas? ¿Acaso no sabe que polinizan casi el 90% de las flores de plantas y frutales que después nos comemos nosotros? Esta Ibiza se ha llenado de canallas y gente desesperada que piensa que la isla es suya. Todo el mundo quiere su universo libre y sin límites, sin pensar que aquí ya no cabe ni un alma más y hay que hacer un esfuerzo para mantener la isla entre todos.
Funoy ´forever´. La isla tiene unos 160.000 habitantes y tres veces más en verano. Comprar en los comercios de proximidad –yo lo hacía siempre– es muy romántico, pero las nuevas condiciones de vida nos exigen competir con otras empresas, porque los ciudadanos ya vamos al límite y buscamos la oportunidad de comprar mejor de precio. Esto no tiene vuelta atrás y supongo que mi querido Funoy, como otros cientos de comerciantes, habrá sopesado la conveniencia de reciclarse. A mí me gustaría que pudieran convivir ambos estilos: los grandes almacenes y las tiendas de proximidad.
Los rusos. ¿Vendrán los rusos? Una vez perdidos sus destinos preferidos (Egipto y Turquía) ya solo les queda Tailandia. Ya lo dije hace un mes, antes que las revistas que lo publican ahora: miles de turistas rusos están condenados a volver a España, a Baleares, donde no les cosen a balazos ni les derriban los aviones, al menos de momento.