Los honderos de Baleares en tiempos fenicios eran sabios y tenían ciertas manías que hoy, a decir verdad, ya hemos desterrado: no querían cobrar nunca con dinero, o sea, con metales preciosos. La razón es muy sencilla: si introducían bienes exquisitos en Ibiza podían levantar la codicia de los vecinos. Esto de atesorar bienes siempre ha sido una imprudencia y si no, que se lo digan a aquellos pobres moros piratas que guardaban un fabuloso tesoro en joyas y en oro en una de las profundas galerías de sa Cova des Fum, en la Mola de Fomentera. Se enteró el vikingo Sigurd y se los cepilló, después de asaetarles y asfixiarles mediante una hoguera encendida en la boca de la caverna.
Al rey Ptolomeo de Mauritania le costó la vida presumir con su capa púrpura (seguramente elaborada en Ibiza) frente a Calígula. Ptolomeo fue el último rey de este vasto territorio al oeste de Argelia. De ahí deriva la palabra Mauros (Mauritania), es decir, moros. Una palabra correctísima y muy antigua que hoy nos quiere prohibir la idiota ideología de la corrección política.
Por supuesto que los honderos cobraban por sus arriesgados servicios de élite, pero en bienes fungibles: comida, música, bebida y mujeres. Por supuesto que Calígula libró a Ptolomeo del peso de la púrpura, pero él también palmó pocos después.
Ahora Ibiza está soportando el encorsetado peso de la púrpura. Todas las conjunciones astrales se han combinado para conducirnos al desastre definitivo, pero no privándonos de los turistas, sino enviándonos demasiados. Lo que los críticos americanos llaman morir de éxito. Una trampa mortal. Nos han introducido demasiado oro en nuestras cuevas y acabaremos en manos de los vikingos o en manos peores.
La isla no aguanta tanto peso, nos hemos quedado sin agua, los bosques lo han invadido todo y llaman al fuego. Nuestras depuradoras, carreteras y desaladoras no dan abasto. Mientras estábamos disfrutando de los turistas prestados por Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Israel, Jordania, Siria y Turquía, ocurre el fenómeno Syriza en una Grecia que recibía 15 millones de turistas, ´corralito´ y referéndum que ha propiciado millones de cancelaciones turísticas. Ibiza y Formentera están que revientan por todas partes. Pero nadie ha aflojado en su ´todo incluido´, en sus alquileres ilegales, discotecas 7/24. Quizás lo único que hemos hecho bien en los últimos años ha sido nombrar a una bombera como vicepresidenta del Consell. Ahora solo nos queda deshacernos del peso de la púrpura cuanto antes.