Los veranos de Ibiza son cada vez más previsibles y más concentrados. Lo único inesperado es la resistencia de Bauzá para lanzar el TIL ante los embates ideologizados de parte del profesorado y su mano de hierro sindical, el STEI. No conforme con esto, lanza otra bomba contra el catalanoprogresismo: la oferta o propuesta de reducir en un 30% el número de diputados regionales y retirarles la paga gansa, gorda, inmerecida. Uy, el fin del mundo.
De manera que declaro a Bauzá como mi vedette del verano. Ni Norma Duval, Ana Obregón ni Paris Hilton. Ni Ángel Nieto, aquel hábil sorteador de las más peligrosas curvas: José Ramón, eres mi ídolo. Tómate algo, pero nada de tilas que viene mucho trabajo. Y si te relajas te quitarán hasta la cera de las orejas.
Por lo demás, todo según el guión. Si quieres ver futbolistas cargados de millones, has de venir a Ibiza o a Formentera en junio, cuando acaba la Liga. Y si quieres remolino-mix ya ha de ser en julio y agosto. Nada nuevo bajo la luna. Los mismos tipejos bronceados y las mismas esbirras descocadas o encocainadas. De esta lúgubre luminosidad nocturna vive mucho papel couché y muchas cadenas de televisión, así que cada verano alimenta la promoción del siguiente. Ya tenemos 2014 vendido y a mejor precio.
Lo que ocurre es que Ibiza ha desaparecido. No se ve. Está ahí, bajo una espesa capa de cemento y hormigón y el amanecer hará palidecer las luces cansinas de las noches químicas y cómicas. Quien lo resista que persista y que cuide su imagen, porque en Ibiza los únicos que no pagan son los guapos finos y las boas guapas.
Se ha cumplido la previsión del ruido y del asfixiante espacio húmedo, ocupado por un exceso multitudinario. Las multitudes suelen serpentear bajo un silencio relativo, excepto en Ibiza, donde si quieres ser discreto tienes que berrear, gritar y armar escándalo. Como la policía te vea estirado en una hamaca leyendo un libro estas perdido. Pensarán que eres un espía del Partido Socialista de Cataluña o mucho peor, que eres tonto de remate. A ver, pollo, documentación. Y ándese con cuidado, que no le quitamos ojo, a Ibiza no se puede venir calladito a molestar a la multitud.
Si hasta los dragaminas militares de desguace mundial acaban en nuestras calas machacando a los vecinos. Los helicópteros dicen y se desdicen al lado de cualquier chalet. Los helicópteros, dicen cumplen la ley. Sí, la ley de la selva.
Los únicos que se quejan, frente a la afrenta frontal son los emisarios submarinos, que revientan por la presión de las vibraciones del estruendo. En realidad revienta todo. Como cada año. El año que viene habrá más y peor, salvo que estalle una guerra en España o en Alemania. Y pensar que en Los Monegros nos tienen envidia.