A estas alturas ya tendríamos que tener media temporada hecha, cuando en realidad está comenzando. Todos los factores conocidos contribuyen a que el verano 2013 sea el escenario de una tormenta perfecta, la tantas veces sufrida temporada-tortura. Veo en el Diario las reuniones entre empresarios y policía, entre alcaldes y Consell. De estar viviendo en una sociedad turística normal, todas estas gestiones se hubieran llevado a cabo en abril como muy tarde.
Ahora comienza a rugir la marabunta a partir del dos o tres de julio, tras un junio muy mejorado. Y gracias. Pero como más vale tarde que nunca, ya tenemos las divertidas entrevistas postvacacionales de los turistas que abandonan Ibiza en el aeropuerto. (¿Y por qué no en el puerto?, ¿será que la gente se va muy quemada?)
Digo divertidas, pero podría decir deprimentes. Qué vacaciones más desaprovechadas. Esto sí, desde el principio ya se quejan de los precios de las islas, mucho más caros que en Mallorca, Jávea o Almería. Ya sabemos que no tiene nada que ver la insularidad, sino la codicia que está haciendo tanto daño a Ibiza y Formentera, una isla que cada vez parece atraer a más piratas antes que a empresarios y emprendedores normales. Nos comparan. Y si nos comparan perdemos en muchos aspectos, por ejemplo en metros de playa. Ibiza no tiene apenas playas. Tiene calas. Y muchos de los metros de arena los han ocupado no sé muy bien por qué ley los hamaqueros, los chiringos y los beach-clubs, la última plaga que nos dará la puntilla definitiva.
Dos hermosas ninfas de secano se declaran amigas de la noche. Como tantos miles de clubbers: han cambiado la geografía de la isla, los usos y los hábitos.
Mezclan alcohol y resaca a la vez. Es el sistema galés de «avoid hungover, stay drunk!». Evita las resacas, mantente borracho. Esto es Ibiza. Aunque hay otro tipo, las que se colocan con pastillas y apenas prueban el alcohol. Como no, persiste la maníaca costumbre de lanzarse a volar desde un cuarto o quinto piso. Pero ni hinchados de drogas consiguen alzar el vuelo, nada te da alas, sino una truculenta fotografía en la prensa británica.
«Lo que ocurre en Las Vegas, se queda en Las Vegas», dicen los norteamericanos. Veo que han adoptado el lema para Ibiza, donde incluso los futbolistas se entregan a sus particulares noches de Walpurgis, exprimiendo los últimos días que anteceden a los entrenamientos más crueles. En la penumbra, el Govern insiste en hacernos más dotados y facilita la ampliación de los hoteles en las zonas maduras. Podrían decir podridas. Bueno, es la táctica de siempre: Ya que no consigues solucionar un problema, acaba de pudrirlo mientras el cuerpo de la sociedad aguante.