miércoles, mayo 29, 2013

El bikini es bienvenido... en Egipto

Si alguien había olvidado que en los últimos dos años Ibiza y Formentera han gozado de unos cuantos miles de turistas prestados por el efecto de la Primavera árabe, desencadenada en febrero del 2011 y por otros acontecimientos que han alterado seriamente la paz y la seguridad en la ribera mediterránea, estaba muy equivocado.Seguimos beneficiándonos del dolor y de las desgracias ajenas, pero ya es hora de contar que muchos mercados afectados ya están mejorando las perspectivas. Según las últimas cifras, el turista alemán ha perdido el miedo a los desprecios y agresiones verbales de los griegos y han aumentado las reservas a distintos puntos helenos en un diez por ciento. Los locos ingleses se reencuentran con Corfú, la segunda Ibiza, dicen ellos mismos.
Túnez se está recuperando sobre un cinco por ciento, más o menos como Egipto, con la ventaja para este último país que recibe más variedad de turismo, por ejemplo el turismo cultural de invierno y de entre tiempo. El ministro egipcio habla de un aumento del 15%. El turismo significaba un 11% del PIB egipcio. Su derrumbamiento acarrea serias consecuencias al país bajo el poder del islamista Mursi. Ha sido Egipto, un país importante en el orden turístico, quien ha empleado más energía y dinero en explicar la nueva situación de acogida del turismo mundial. Los fundamentalistas y los Hermanos Musulmanes tienen una explicable y justificada mala prensa. Muy mala prensa: «Egipto, entre la nada y mierda», escribía Alejandro Gándara y otros corresponsales, más bien refiriéndose a El Cairo. Tampoco han ayudado a la imagen turística las casi cotidianas escenas de pánico callejero, violencia, violaciones muy crudas a pleno día y enfrentamientos y amenazas de todo tipo entre islamistas y no islamistas. Hechos que sólo ocurren en una zona de El Cairo, se defiende el ministro Zaazou.
El turista es cobarde, no es Indiana Jones, aunque algunos se lo crean y se llevan maletas llenas de fotos y de guías para contarlo en el pueblo, disfrazados de coronel Tapioca. Egipto tenía en 2011, antes de la rebelión, una situación privilegiada y una economía que vivía de las remesas de los emigrantes y del turismo, unos 14,5 millones al año. Es una abultada cantidad para un país árabe, aún muy lejos de los 57 millones de España.Son muchos si hay que pensar que algunas excursiones se llegaron a hacer respaldados por dos policías a cada paso que vigilaban con armamento militar a los grupos de visitantes despistados. A nadie se le escapa el odio al cuerpo humano, en especial al femenino, que tienen los árabes radicales. El ministro de Turismo de Egipto, Hisham Zaazou, sabe esto y ha visitado varias ferias y capitales europeas, explicando que el bikini será tolerado sólo en la playa. Oh, vaya.
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