Lao Tse en el 'Libro del Tao' sugiere las cualidades y la importancia del vacío: «Treinta radios convergen hacia el centro de una rueda, pero es el vacío del centro lo que la hace útil. Con arcilla se moldea una vasija, pero es precisamente el espacio que no contiene la arcilla el que utilizamos como recipiente. Abrimos puertas y ventanas en una casa, pero es por sus espacios vacíos que podemos utilizarla. Así, de la existencia provienen las cosas y de la no existencia su utilidad».
Desde que usé el aforismo sobre la cerámica en un catálogo del pintor Antonio Villanueva, a comienzos de los años 80, lo he visto reproducido por enésima vez. Este pensamiento es atractivo. A los artistas parece entusiasmarles la idea del vacío, cuando desde siempre se ha hablado de la angustia del vacío del folio o del lienzo en blanco. ¿Cómo vencer la angustia ante el vacío? Integrándose en él. El libro del Tao es un compendio de útiles paradojas que nos ponen ante el misterio de la vida y de la naturaleza y finalmente parece sintetizar los contrarios.
Observo que dos jóvenes artistas de Ibiza usan el tema (Vacuidades contemporáneas) en otro sentido, en una exposición que propone una reflexión pausada en un mundo ruidoso lleno de mensajes redundantes. Ellos son Rafel Ribas Ribas y Christian Juan Page. Les deseo suerte en Can Curt.
Pero lo del vacío sigue siendo un misterio que nos envuelve y que siempre regresa.
Nos ponemos a pensar y en la cultura occidental el vacío siempre se presenta como un desastre inminente, como cuando se habla de un vacío existencial, que parece ser una condición miserable. Tiemblo solo de pensar en el vacío cuántico. ¿Y qué decir del vacío legal o del vacío sanitario? Parece cosa mala de verdad.
La impresión queda confirmada cuando llego a la conclusión metafísica definitiva: el vacío es Ibiza. Ibiza somos el vacío.
Por esto todos el mundo quiere rellenarla de hormigón. Incluso ahora cuando estamos rebosantes y en pleno destrozo nos proponen un Ibivegas levantado en parte en suelo rústico. Los ibicencos no soportamos el vacío y enseguida procuramos rellenarlo. Pero no lo conseguimos, a pesar de todo, porque el vacío absoluto solo existe en la filosofía.
Es el caso de estas 10.000 viviendas vacías en Ibiza, una cifra a la baja, porque si hablamos del invierno son muchas más. En total hay 81.564 viviendas en las Pitiusas. Mi intuición me dice que en febrero ha de haber la mitad vacías. Las Pitiusas sufren una metamorfosis, un vaciado silencioso que se inicia cada otoño.
¿Lo ven? El vacío es cosa mala. Y como le tememos más que a la peste, que era muerte segura, abandonamos la soledad carísima del invierno y nos vamos, como las golondrinas, a pasar el invierno a Berlín, Cáceres, Valencia, Goa, Castellón o Marrakech, con lo cual vaciamos más las calles, los comercios y los bares. Solo las mezquitas siguen cada vez más llenas.