miércoles, noviembre 02, 2011

El caballo de troya en Formentera


Se comprende que por magia y por leyes de la matemática institucional, el efecto multiplicador del voto formenterano sea muy valioso para los políticos mallorquines de laboratorio.

Pero el intento de abrir una delegación del Govern balear en la Pitiusa Menor suena a operación arriesgada, por muy ingeniosa que parezca. Es más, estas cosas me suenan más a la enredosa ingeniería social practicada por el PSOE que a una estrategia pepera, aunque hay que admitir que estos también han sido habilidosos a la hora de sacar votos argentinos.

Recuerden que la maniobra de los votos argentinos que votaron como si estuvieran censados en Formentera no les salió especialmente brillante. Si es que siempre les pillan. ¿Van a insistir ahora?

Bueno, al menos es de agradecer el maquillaje de intenciones y la finura con que nos obsequian. Pero no cuela. Se les ve el plumero a la legua.
Y esto que hay precedentes de brillantes estratagemas, tanto en la historia universal como en la de la propia isla. ¿Recuerdan la treta que en el siglo XII empleó Sigurd al deslizar una canoa en forma de andamio ante la entrada de la Cova des Fum en la Mola? No dejaron vivo ni un moro y se hicieron con los votos, perdón, con el tesoro que habían acumulado allí aquellos piratas sarracenos.

Quien disponga de un poco de relajo invernal, puede abrir un libro maravilloso, la ´Odisea´, de Homero, y buscar el canto octavo (también sale en la ´Eneida´ de Virgilio, libro II). Doy detalles porque todo el mundo conoce la historia: los griegos llevaban nueve años guerreando, Aquiles ya había muerto en combate y no sabían cómo rendir los muros de Troya. Entonces construyeron un caballo de madera, en el interior del cual se apostaron unos cuantos hombres que, en plena noche, abrirían las puertas al grueso del ejército asediante.

Bien, la historia es de una sencillez que cala en la imaginación del oyente. Pero lo interesante es ¿cómo diablos se les ocurrió tal estratagema? Fue obra de un periodista que llevaban en campaña, bueno, mejor dicho, un adivino que encima se llamaba Calcante, que no es un nombre nada sugestivo para un periodista que se pretenda original.

Calcante tuvo una visión que recuerda la maniobra de Sigurd. Verán, en esto que se aparece una paloma volando aterrada, perseguida de cerca por un halcón. A la desesperada consigue introducirse en un hueco de la roca. El halcón la vigilaba de cerca, pero no podía introducirse en la grieta. ¿Qué hizo? Salir volando, como abandonando el acoso, pero cuando estaba en ángulo muerto dio la vuelta y quedó a la espera de la palomita, la cual confiada sacó la cabeza para tantear el terreno. En este instante, el halcón echó un zarpazo y se hizo con la presa.

Así Calcante dedujo una vez más que más vale maña que fuerza y José Ramón Bauzá y su equipo de bien pagados asesores/consultores o lo que sean, han llegado a la misma conclusión.El problema es que en Formentera ya no cabe un chupón más, y aun diría que sobran más de la mitad. En fin, no perdamos ni una ocasión de seguir derrochando.