Nunca seré un experto en la materia más candente y más importante que afecta a nuestra civilización. Y a las demás. A la Humanidad en su conjunto.
El ser humano está rodeado de energía, que se manifiesta en múltiples formas, pero hemos fracasado en el uso inteligente (sostenible, no contaminante) de la abundante energía que nos rodea.
No sabemos gestionar. Por algún motivo lo hacemos mal, y a menudo casi al revés.
El economista Juan Velarde Fuertes dice que en España arrastramos un problema endémico desde el siglo XIX: España siempre ha optado por la energía más costosa, la más cara, lo cual ha impedido el desarrollo económico en competencia con el resto de países avanzados.
Recuerdo un editorial del Diario de Ibiza, hace unos dos años, en el cual todos los periódicos de Prensa Ibérica (o grupo Moll) optaban sin vacilaciones por el uso de la energía nuclear.
Pues yo también. Es decir, no hay alternativa.
En realidad yo opto por tener energía. La gente debe saber claramente que a España se avecina otro desastre, y en Ibiza estamos peor que nadie porque debemos importarlo todo, absolutamente todo. Y no es otra cosa que el déficit energético. Tanto si optamos por centrales de ciclo combinado como si compramos la energía eléctrica generada por centrales nucleares en Francia, los españoles no podemos competir.
España sigue optando por la peor de las soluciones.
Nadie nos garantiza el suministro. La único energía limpia (ya sabemos que presenta problemas de residuos), barata y segura es la nuclear. No se conoce otra.
¿Quieres conexión a Internet, lavadora, televisión, frigorífico, etc.? Pues no podrá ser. ZP está en contra de las nucleares, y la energía preferible, la que me gustaría a mí (eólica, solar, etc.) no genera la suficiente potencia demandada.
Ibiza y Formentera podrían usar una gran parte de su potencia solar. Pero la energía fotovoltaica es un complemento. Desde el 2003 se coquetea con el tema, pero –tal como ya nos temíamos- la política de José Juan Cardona y del PP no es para tirar cohetes. Pues nada, cables y chupar de la Península, mientras podamos.