La torre desplomada en Can Pere Musón. Foto Xescu Prats |
Nos pasamos el día hablando del techo del número de turistas que puede soportar Ibiza (y Formentera está en las mismas o peor). O se pasan, yo no. Yo lo hacía en 1983 y siguientes: Ibiza no está preparada para recibir más de un millón y medio de turistas, decía entonces y escrito está. Cuando hoy sabemos que recibe más del doble.
¿Cuál es la carga turística que pueden soportar las Pitiusas? Esta pregunta es clave. Pero mientras reflexionan la respuesta, fijémonos que en vez de perder el tiempo argumentando sobre el techo, haríamos bien en cimentar los suelos y los sótanos, porque nos estamos hundiendo, no en sentido figurado sino en el real.
Sin recurrir al desplome del conjunto urbanístico de es Cubells hace unos años (se llama sa Caixota creo recordar), en las fuertes lluvias de mediados de diciembre (2016) hemos visto como varios lienzos del muro de piedra y del talud se han disgregado como el azúcar en el café. O grandes rocas de varias toneladas se han deslizado por la ladera y han bloqueado los caminos. Las piedras han rodado y han resbalado. No ha de sorprender a nadie, sabiendo que los suelos son arcillosos.
No solo ha sido en es Cubells. Toda la isla ha recibido estas trombas de agua y rachas de viento, que se han llevado por delante árboles, tendidos y paredes. Sin duda la pieza más preciada ha sido la hermosa torre predial de San Lorenzo, en el conjunto arquitectónico de Balàfia.
La imagen de Dalt Vila es la emblemática enseña de nuestra isla en lo concerniente a la urbe; es Vedrà es el referente y el icono de Ibiza en la parte natural paisajística; el conjunto de torres de Balàfia es la imagen de la Ibiza rural, la isla crucificada por constantes ataques piráticos a lo largo de cientos de años, sobre todo en el siglo XVI, que es cuando se levantó esta fortificación pétrea. Con los años, sufrió numerosas embestidas y cumplió su función defensiva, pero no ha soportado la prueba de la erosión.
Mientras nos preocupamos del techo, nos hundimos en el suelo: pasamos por ojo, decimos en ibicenco. Esta será una buena ocasión para restaurar caminos, carreteras, paredes e instalaciones, aunque personalmente tengo mis dudas de que la torre desplomada tenga que volver a levantarse. Yo la dejaría así, al menos de momento.