Ya lo dice el refrán: el diablo se ríe cuando el humano hace planes. En Reino Unido han votado por un 52% salir de la Unión Europea. Los británicos estaban en la UE con numerosas excepciones y salvedades y encima se pasaban la vida poniendo excusas para escaquearse de algunas decisiones. Tampoco estaban en el sistema monetario, pese a lo cual este resultado es histórico y afectará mucho y durante largo tiempo a los británicos. Pero también a la UE, que está en un desesperante y permanente proceso de revisión y de consolidación.
Por lo que leo, aún nadie se explica cómo Cameron cayó en la imprudencia de convocar este referéndum. Ahora un terremoto se abate sobre las islas, se cobrará muchas víctimas y lo hará sin piedad. Para empezar, la libra se ha devaluado y según Soros no parará hasta caer un 20%. Es un buen pellizco. Que las grandes fortunas pierdan una quinta parte de sus fondos no me preocupa, pero que la pierdan los pequeños ahorradores y las clases medias, es decir, la inmensa mayoría, nos afectará a las Pitiusas. Los que tengan el paquete o los billetes comprados dispondrán de menos liquidez para gastar en la oferta complementaria.
Y los que esperan comprar el pasaje in the last minute –son muchos miles– lo tendrán cuesta arriba, a pesar de que alguna compañía de bajo coste haga estrambóticas y sospechosas ofertas de billetes a 10 libras.
Cuando conocí el resultado inesperado, me vino a la cabeza aquel volcán islandés de nombre impronunciable que impidió la navegación área en toda Europa occidental durante más de una semana, hace unos años. El turismo es una actividad asentada, pero es frágil. Por ello decía que el diablo se ríe cuando los humanos nos ponemos a hacer planes. La de 2016 estaba destinada a ser la mejor temporada de toda la historia de nuestro turismo. Casi demasiado perfecto. ¿Influirá el resultado del Brexit en el número de turistas británicos? Sí, ya está influyendo. Pero tenemos que matizar. El turismo británico es una columna importante de nuestro turismo, pero no es la única del edificio. Si como es de prever, las reservas británicas sufren alguna merma, es más que posible que estas plazas –si queda alguna libre–las ocupen españoles o italianos.
Los cuatro millones de turistas y pico en Ibiza están garantizados, si es que esto puede garantizarse. Y en definitiva quizás sea una bocanada de oxígeno para que la isla se recupere de su déficit de infraestructuras. Pero no me cabe duda de que en julio y agosto sufriremos el exceso de turistas sobre las Pitiusas.