Por lo tanto, cabe pensar que al menos durante medio año la vida de los ibicencos transcurre entre medusas, serpientes y cabras drogadas. Como cabras drogadas, a veces violentas y desfasadas, y nosotros las soportamos: es el precio del turismo, nos dicen. Pero no es cierto. Los que hemos viajado por gran parte de este mundo jamás hemos contemplado un espectáculo semejante a lo que ocurre en Ibiza. Quienes decimos que hay que echar a este turismo de una vez por todas, no estamos despotricando contra el turismo, que Dios nos lo mantenga por muchos años. Rechazamos este turismo en concreto, estas cabras galesas, escocesas, inglesas, italianas, holandesas... Váyanse de una vez si no saben mantenerse sobre las dos patas.
Lo de cabras galesas viene por la noticia ampliamente difundida: Un rebaño de cabras galesas en Rhydypandy (Gales) invadió una plantación de cannabis (cáñamo) y se hartó de tragar las hermosas hojas verdes. Los resultados demuestran científicamente que la marihuana no es inofensiva, vaya se afecta el cerebro: Las ovejas, siempre apacibles y pastueñas, entraron en una «espiral psicótica» y brincaban como los clubbers y los hooligans de Ibiza. Algunas entraron en un bungalow y evacuaron sus cagallones en una cama, dando insólitos saltos alocados. O sea, lo que vemos en Ibiza y Formentera durante todo el verano.
El conseller Vidal (en Ibiza Vericad) ya ha demostrado su incompetencia en otros temas, pero ahora pretende esquivar su responsabilidad sobre la infestación de serpientes, alegando que no se puede prohibir la entrada de olivos y que no ejecutará ninguna decisión hasta que el gobierno de España legisle sobre la introducción de serpientes en Baleares y en Canarias.
Es una explicación pueril. El Govern no debe prohibir la entrada de olivos, sino de serpientes, y debe responsabilizar a los importadores de la correcta manipulación de los troncos. Existen técnicas para ahuyentar a los ofidios (¿quien me explicaba que les asusta el café?) y si no las conocen que se las inventen. ¿No querían autonomía? Por consiguiente, no se prohíbe el libre comercio, se impide que se cometa un delito ecológico, que no otra cosa es la introducción adrede de nuevas especies exóticas. Si los viveros temen una multa de 6.000 euros (o más), no tendrán ninguna dificultad en invertir 200 en desparasitar sus troncos, por la cuenta que les trae. De lo contrario, como el chiste, aquí no adelantamos nada, las gallinas que entran por las que salen. Si las cazamos en trampas de coste millonario pero las seguimos introduciendo no veo ninguna seguridad ni ninguna ganancia.