Ibiza, 1953. Todavía no había llegado le turismo |
Lo de Ibiza no es morir de
éxito, es morir por suicidio, lo miremos como lo miremos. Mal que
bien, las Pitiusas resistieron los embates progresivos pero en cierta
forma relativamente pausados, moderados que se iniciaron en 1968.
Las islas ya sufrieron un
primer boom turístico desde 1930 más o menos, pero apenas duró
cinco años, porque lo segó abruptamente el estallido de una guerra
civil que llenaría España entera de dolor. Ibiza y Formentera
también pagarían su tributo de sangre, locura y muerte. Pero mal
que bien, la integridad territorial de las islas y su equilibrio
ecológico quedaron a salvo en una larga tregua que duraría unos 25
años.
Islotes e islas quedaron
sembradas de metralla, bombas sin explotar y vainas de balas . Poco a
poco fueron retiradas discretamente, como se retiraron numerosos
personajes que pudieron poner tierra por medio. O mar. No pocos
ibicencos se salvaron por huir a América o a Argel. Algunos por no
soportar el sopor, la atmósfera claustrofóbica y el ambiente de una
isla traumatizada.
Aquel turismo incipiente
se desarrolló con energía, se construyeron chalés, hoteles,
pensiones, hostales para cobijar a los forasteros que iban recalando
en el puerto.
La isla estaba repleta de
británicos, alemanes, franceses, americanos rebotados de la década
de los “felices años 20”. Algunos serían muy famosos con el
paso del tiempo. Pero todos tuvieron que salir pitando, ante la
lluvia de bombas o ante el acoso codicioso de los milicianos
mandados por el Gobierno de Cataluña, gobernado por Lluís Companys
de ERC.
Algunos pudieron regresar
en la década de los años 50: Bechtold, Bruno Beran, Will Faber,
Erwin Broner, etc. Y formaron el fenómeno irrepetible más exitoso y
brillante de nuestra historia: el nacimiento de un Babel de las
artes, que apenas duraría hasta 1975.
El aeropuerto abriría su
pista en 1958. Antes era un simple aeródromo. Y despegó Ibiza.
Cuando llegó el turista cien mil, el Diario lo cantó en portada.
Ibiza se abría al turismo, enlazando con aquella aventura de
1930-1936.
A partir de ahí se inicia
la industria del turismo de masas. Fue positiva y fue divertida hasta
1980. Aportó riqueza y ayudó a salir de la cochambre. Entonces
media docena de ibicencos inician y lideran una portentosa escalada
de destrucción/construcción como jamás se había visto. No
existían precedentes, ni siquiera en Mallorca, una isla mucho mayor
y que puede amortiguar el impacto del consumo de recursos.
¿Exagero? El otro día
salía esta noticia: El tráfico aéreo ha subido en más de dos
millones de pasajeros en diez años: La
terminal registra en 2015 su mejor ejercicio de la historia con 6,4
millones de usuarios y 64.612 operaciones de aterrizajes y despegues.
¿Morir
de éxito o morir por suicidio? Al final del verano me lo contarán.