miércoles, abril 06, 2016

No es éxito, es suicidio


Ibiza, 1953. Todavía no había llegado le turismo


Lo de Ibiza no es morir de éxito, es morir por suicidio, lo miremos como lo miremos. Mal que bien, las Pitiusas resistieron los embates progresivos pero en cierta forma relativamente pausados, moderados que se iniciaron en 1968.

Las islas ya sufrieron un primer boom turístico desde 1930 más o menos, pero apenas duró cinco años, porque lo segó abruptamente el estallido de una guerra civil que llenaría España entera de dolor. Ibiza y Formentera también pagarían su tributo de sangre, locura y muerte. Pero mal que bien, la integridad territorial de las islas y su equilibrio ecológico quedaron a salvo en una larga tregua que duraría unos 25 años.
Islotes e islas quedaron sembradas de metralla, bombas sin explotar y vainas de balas . Poco a poco fueron retiradas discretamente, como se retiraron numerosos personajes que pudieron poner tierra por medio. O mar. No pocos ibicencos se salvaron por huir a América o a Argel. Algunos por no soportar el sopor, la atmósfera claustrofóbica y el ambiente de una isla traumatizada.

Aquel turismo incipiente se desarrolló con energía, se construyeron chalés, hoteles, pensiones, hostales para cobijar a los forasteros que iban recalando en el puerto.
La isla estaba repleta de británicos, alemanes, franceses, americanos rebotados de la década de los “felices años 20”. Algunos serían muy famosos con el paso del tiempo. Pero todos tuvieron que salir pitando, ante la lluvia de bombas o ante el acoso codicioso de los milicianos mandados por el Gobierno de Cataluña, gobernado por Lluís Companys de ERC.

Algunos pudieron regresar en la década de los años 50: Bechtold, Bruno Beran, Will Faber, Erwin Broner, etc. Y formaron el fenómeno irrepetible más exitoso y brillante de nuestra historia: el nacimiento de un Babel de las artes, que apenas duraría hasta 1975.
El aeropuerto abriría su pista en 1958. Antes era un simple aeródromo. Y despegó Ibiza. Cuando llegó el turista cien mil, el Diario lo cantó en portada. Ibiza se abría al turismo, enlazando con aquella aventura de 1930-1936.

A partir de ahí se inicia la industria del turismo de masas. Fue positiva y fue divertida hasta 1980. Aportó riqueza y ayudó a salir de la cochambre. Entonces media docena de ibicencos inician y lideran una portentosa escalada de destrucción/construcción como jamás se había visto. No existían precedentes, ni siquiera en Mallorca, una isla mucho mayor y que puede amortiguar el impacto del consumo de recursos.

¿Exagero? El otro día salía esta noticia: El tráfico aéreo ha subido en más de dos millones de pasajeros en diez años: La terminal registra en 2015 su mejor ejercicio de la historia con 6,4 millones de usuarios y 64.612 operaciones de aterrizajes y despegues.

¿Morir de éxito o morir por suicidio? Al final del verano me lo contarán.