Los hoteleros hace muchos años que están alertando de un crecimiento urbanístico excesivo y en lógica interna se comprende: ellos no necesitan más competencia y los turistas que vienen a Baleares lo hacen por su sol, pero también por sus comodidades, seguridad y precios. Y por su belleza.
Solo en Ibiza los hoteleros, que están regulados hasta la saciedad –y no me parece mal– hay unas 80.000 plazas. Con estas no se puede servir de alojamiento a los casi tres millones y pico de turistas que hemos tenido en 2016. En algún sitio ha tenido que alojarse el resto: en pisos y casas de campo que en muchos casos están al margen o fuera de la ley.
No todos los alojamientos extrahoteleros son ilegales. Muchas plazas ya están regularizadas, unas por la ley 4/21012 o «Ley Delgado» y otras simplemente ofrecen el servicio, procurando no anunciarse en webs ni en páginas especializadas, facturan al cliente y en su debido momento pasan cuentas con Hacienda, acogiéndose la Ley vigente de Arrendamientos Urbanos. No en vano el Pacto ha intentado y sigue intentando que la ley estatal sea modificada para que los establecimientos tengan que registrarse obligatoriamente en el registro balear correspondiente. De momento nadie ha conseguido modificar la LAU y sin ello, los trabajos de legalización del Govern tendrán problemas en muchos casos concretos.
Esta situación de escasez de viviendas para el alquiler está trastocando muchos puntos colindantes y creando disfunciones. Por ejemplo: si estamos hablando de una carencia de alquileres, en realidad nos estamos quejando de un exceso de turistas. Esta es una línea roja que no deberíamos cruzar. Los turistas prestados por las guerras mediterráneas o por el efecto rebose de Mallorca, desaparecerán en cualquier momento, yo calculo que en 2020, pero pudiera ser antes, en cualquier caso es arriesgado aventurarse a hacer un pronóstico.
Otra disfunción, casi cómica, es que el Fomento de Turismo, tras más de cinco décadas apoyando el fomento de lo que su propio nombre indica, ahora se dedique a hacer mítines para desfomentarlo, de alguna manera. Cosas veredes. Pero lo entiendo.