Creían que yo estaba distraído, pero me estaba fijando en las perlas que van elaborando estos animosos pitiusos, candidatos a regirnos en los ayuntamientos y en el Consejo Insular. Esta semana me he fijado en los Corsaris Democràtics escrito con este arte entreverado que ya nos hace presagiar días de prez y gloria. El sustantivo y adjetivo van en ibicenco, mientras que el artículo determinado va en español. Mal asunto. O una cosa o la otra: Es Corsaris (ibicenco), Els Corsaris (barcelonés) o Los Corsarios (español).
Si no demuestran concordancia y coherencia en el nombre, mal la van a ejecutar en su política. Ocurre lo mismo en otro grupo, llamado Más Eivissa, creo. Más Ibiza o Més Eivissa, ¿no? Una cosa o la otra. Ya quedó claro en una de las atrabiliarias asambleas de Podemos (toda una sinámbula, en palabro que me regaló Mariano Villangómez) que el tema de las lenguas es un arma arrojadiza que no sirve absolutamente para nada: solo para enredar, para incordiar y para pelearse. Es decir, si intentas hacerlo en ambos idiomas, los catalanistas montan en cólera; si lo haces en castellano también les cabrea, pero ya tienen un motivo registrado para llamarte facha, lo cual funciona como un lenitivo para rebajar su tensión malintencionada. En resumidas cuentas, hace años que he llegado a la conclusión de que es mejor hacerlo en castellano: te entiende todo el mundo y si tienes algo que decir, algún contenido que comunicar, puedes hacerlo con eficacia. Por lo demás, ya que nos ponen serios problemas para publicar en ibicenco –te exigen el catalán normativo o estándar– que tampoco sea en barcelonés o catalán, un idioma estupendo para Cataluña.
Los rumbosos Corsaris se presentan a los ibicencos con un programa que no he acabado de captar, pero es igual, porque han optado por la política espectáculo y esto es una opción muy respetable. Los resultados ya se verán. No en vano el cabeza de lista se llama Jesús Rumbo, quien ya nos avisa de que no es necesario ser genuino de Ibiza con ocho apellidos ibicencos. Nadie te lo dirá, pero es todo lo contrario: es importantísimo en este país de caciques y localismos ser un lugareño. Y a ser posible con boina y ocho apellidos vascos, ibicencos, extremeños, sevillanos, valencianos: los españoles hemos regresado al tribalismo de Viriato y de los íberos, cuya belicosidad intertribal tanto sorprendió al historiador romano Polibio. Pero me gustan estos corsarios. Me caen bien. Política espectáculo, dirigida por un showman y presentador, según leo en la prensa. Le sirven de rumberos varios empresarios que le hacen las palmas y le adornan un proyecto bastante vago y difuso. Bienvenidos al club y espero que hagáis uso de vuestra mordacidad contra el resto de penitentes y expedicionarios hacia el Consell y los ayuntamientos. Puede ser vuestra mayor aportación.