Quieren copiar Ibiza por ahí fuera. Otra vez. Vale que nos copien la música y el ´estilo Ibiza´ que nosotros hemos copiado o importado de mil sitios dispares, pero ¿replicar Ibiza? Y sin embargo casi cada año viene alguien, quizás para salir en las páginas del Diario, como estos pintores que cuelgan sus cosas en los bares, que anuncia un proyecto de replicar Ibiza, en parte o por zonas. Creí en estas majaderías hasta que caí en la cuenta de que entre los mejores vendedores de motos se encuentran algunos arquitectos. Los hay geniales, no en su trabajo de levantar y construir, sino en su faceta de relaciones públicas. En España tenemos al menos dos que si los pudiéramos vender por lo que creen que valen, tendríamos el problema de la deuda nacional resuelto.
Pero hablemos de Ibiza. Creo recordar que la primera vez –salió en el Diario, claro– que se intentó vender Ibiza fue en Miami, yo diría que en los 80. Luis Cervera es autor de un libro que catalogó y dibujó técnicamente los edificios y las calles de Dalt Vila. Un libro magnífico que ya estará agotado. Quizás llevado por la euforia minuciosa de aquel trabajo loable, alguien vendió la idea de replicar Dalt Vila en Miami. Aquí suena la música de Queen de fondo y aparece una ráfaga de caras de la época: Smilja, Ku, Roman Polansky, Freddie Mercury, Pachá. Una Ibiza exultante que salió disparada como un cohete, pero que en apenas unos años se sumió en el caos contaminado de hooligans, grandes discos, drogas, éxtasis, autobuses a cientos ante las discos y una desastrosa política urbanística. Seguro que antes de Cervera a alguien se le ocurrió replicar la isla fenicia. Al mismo Picarol (José Costa Ferrer, así) se le ocurrió diseñar una urbanización con chalés que intentaban emular la arquitectura popular de Ibiza en Mallorca. Cala d´Or, le llamaron, en cursi denominación propia de los nuevos ricos mallorquines. Y así se sigue llamando, en vez de Cala d´Hort. Difícil e inútil el deporte de copiar otras ciudades extrañas. En China lo hacen, desde la torre Eiffel, el pueblo austríaco de Hallstatt, o las casas inglesas de la orilla del Támesis. Incluso en Macao han copiado Las Vegas, que a su vez es una edulcorada copia de elementos de otras ciudades que se levanta en medio del desierto de Nevada. En ningún caso el resultado es memorable. En realidad es ridículo, pero cualquiera se lo dice a los chinos.
En Barcelona intentaron construir una España encerrada en el Pueblo Español. No sé si los resultados son muy plausibles, me temo que no. Replicar ciudades extranjeras es una nadería que no presenta ninguna ventaja. Y en el caso de Ibiza es imposible. Nadie conseguirá emularnos en la combinación de la cultura cibernética, grandes yates, pringados en una balsa de excrementos, por ejemplo. Ibiza huele a puerto, o sea, a cloaca y a los millonarios les encanta, porque ellos se alimentan de vanidad y de fotógrafos. Que nos copien nuestra música genuina que nosotros robamos en Londres, NY o Miami. La exponemos con drogas británicas o marroquíes y con camareras casi desnudas venidas desde el imperio británico o desde Berlín. Ibiza, dicen. Y se lo creen, pagan y se van multicolocados, dando brincos. Yo no sé lo que harán Dubai, Egipto o Miami, pero Ibiza ya vive en el cosmos, con las grandes estrellas rutilantes. Huele a mierda, sabe a humedad, a petróleo mal quemado, y a ruido pero Ibiza es un mito y los mitos no huelen ni duelen. Por esto todos intentan copiarnos a los que tanto hemos copiado.