Me encantan los secretos y los misterios, mucho más si son de Ibiza o de Formentera.
Muy brevemente, hoy intentaré aportar dos misterios que me tienen muy intrigado. El primero es el pebrasset de moro, una seta rara y endémica que parece caída del cielo y que tiene una presunta relación con otra muy parecida que solo crece en... Nepal.
Los ibicencos tienen esta costumbre consabida de a todo lo que sea antiguo calificarlo de moro. Da igual que sean silos para el grano, que sean higos o que sean animales: es de moro. Pero no dan ni una, pura ignorancia, de moro hay muchas menos cosas de los que nos imaginamos en Ibiza. Ni lo son las singulares ses Feixes, un sistema de regadío heredado, construido y mantenido casi con seguridad de los arcaicos fenicios. Ni los son los higos chumbos (vienen de América) ni lo es esta seta también conocida como ull de perdiu, cama de perdiu o seta reluciente.
Respetando la sacrosanta autoridad científica del micólogo (que estudia las setas, no los monos) Jaime Espinosa, permítanme adelantar una tesis que, como siempre irritará a los pancatalanistas: estas semillas –y muchas otras– debieron ser transportadas por los antiguos fenicios que conseguían así un depósito de proteínas que soportaba las condiciones del peor viaje. ¿Cómo llegarían las semillas nepalíes a Beritos, Biblos o Sidón? Esto se lo pregunten al maestro armero, porque si tengo que contestar yo usaré la misma técnica, es decir, la lógica del comercio y del transporte, siempre tan relacionado con lo más alejado de Oriente. Los fenicios no se rendían ante huracanes ni montañitas: metían cuchara en todas partes. Y estas setas podrían crecer en un barco (?) y aportan proteínas y vitaminas frescas. Y así fue como llegó a Ibiza y sólo se encuentra en Ibiza. Si non e vero, recuerden, yo no les prometí la felicidad, solo pasar un rato.
El segundo misterio es más difícil de solucionar: si a Ibiza vienen casi tres millones de turistas y sólo tenemos 87.335 plazas hoteleras ¿pueden decirme dónde duermen los estorninos y las golondrinas clubbers que pueblan la isla durante tres meses? Misterio, secreto insondable e insondeable.
Demos por hecho que estas colibríes semivestidas pasan varios días insomnes, entregadas a los placeres excitantes de la química. Pero en algún sitio se ducharán, se cambiarán las braguitas (las que usen).
Ibiza engulle a los insomnes, los volatiliza, los hace descomparecer (descomparèixer, en idioma ibicenco) como si cayeran bajo la influencia de un agujero negro, en el buen sentido de agujero.
No me extraña que los hoteleros ya estén un poco mosqueados. Tres millones de turistas y las habitaciones vacías la mayor parte del año. Aquí pasa algo raro. Misterios inextricables cuya solución solo podría afrontar el mago Montoro en un alarde de magia negra.