miércoles, octubre 16, 2013

4.000

Después de unos meses de tumultuoso y vertiginoso verano se agradece la pausa otoñal, como transición al invierno acogedor y magnífico. Los inviernos de Ibiza, salvo una semana o dos de fríos crueles, suelen ofrecer un compendio de las esencias de Ibiza. Quien sepa capear el invierno de Ibiza ya puede graduarse en cualquier parte. Ha superado una prueba de humedades y aislamiento difíciles de comparar.
Unos días de temporales que nos rompen la costa y nos alejan del mundo continental. No todo el mundo lo resiste. Algunos caen en tristezas diurnas, incluso en prolongadas melancolías que suelen remitir tras una sesión de caminata bajo el sol de febrero.
A veces se sucumbe y uno desea que vuelva pronto la floración de la primavera. En estos días de sequía en la faltriquera el fenicio se pregunta dónde habrán ido aquellas esbeltas ninfas de verano que se llevan un pastón de San Antonio vendiendo tíckets de discos, bares, ferry boats y a saber de que otras cosas. Casi uno añora la algarabía y el guirigay.
Guirigay es palabra que dio origen al palabro guiri, según deducción propia, o sea, no vayan ustedes a fiarse, que tampoco es ciencia lo que apenas nace como intuición.
¿Dónde aquellos efebos y aquellas ninfas borrachos como cerdos líricos, abrasados por el sol? Nos llamó la atención que aquellos 300 espartanos, aliados con miles de soldados de otras polis griegas, que hay que contarlo todo, pudieran contener a las tropas densas de Jerjes, un persa tan bestia como el que hoy les gobierna. Aquellos centenares de soldados a la postre salvaron la gran Grecia.
Nosotros debiéramos sorprendernos más de estos 4.000 workers británicos, semivestidos, que se plantan a hacer la calle y los negocios estivales y se ganan una buena pasta para pasar el invierno. Pero lejos de Ibiza, una islita muy pequeña pero que da de comer a mucha gente nativa y foránea. Estos 4.000 británicos salvan un poco la economía británica, como los 300 espartanos salvaron las polis griegas. El fenicio les añora en invierno. No solo para emparentar, compartir o desfogarse, también para verles gastar aquí lo que han sudado aquí.
Si Ibiza pudiera retener a todos los que en verano dicen que es una isla mágica de la que no se puede escapar, probablemente los residentes podrían escapar de la monotonía, la escasez y la carencia. Pero, ay, sabemos que durante medio año Ibiza se convierte en un gran escenario y el teatro no es de verdad, es una simulación, es una ficción.