Lamento insistir, pero no puedes abrir un periódico balear donde no te topes con una desesperante lista de proyectos disparatados, de altísimo coste y nula rentabilidad social. O sea, chorradas que nos siguen hundiendo en la miseria, porque hay que recordarlo una vez más: estamos quebrados, debemos muchísimo más de lo que producimos y de no ser por la avalancha salvadora del turismo, ya haría años que las Baleares y España entera estarían intervenidos y en las garras de los cuervos del FMI.
¿Qué gana la sociedad con el cambio de nombre de un paseo? Pudiera darse un caso perentorio o de imprevisible alcance, pero no se me ocurre ninguno. La sociedad no votó mayoritariamente al Pacto, sino al PP, pero los partidos perdedores pactaron entre sí, encantados de haberse conocido, por mucho que se lanzaran las paelleras a la cabeza desde el minuto uno. De modo que nos preside una señora que apenas sacó un 19% de los votos. Y así nos va a todas las Baleares. En Ibiza parecen menos agresivos, sin olvidar sus numerosas meteduras de pata que nos han costado mucho dinero tirado a la papelera. No vamos a olvidarlas, porque al menos han puesto en evidencia delante de todo el mundo el alcance cósmico de su ineptitud. Bien pudieron haber hecho sus experimentos asamblearios pueriles con su propio dinero, pero mira, es lo que hay. Incluso ellos mismos se han asustado de sus propias iniciativas y Vicent Torres ha renunciado al tranvía del puerto al aeropuerto.
Pero en Mallorca lo viven peor. No solo es su estrambótica política de rendición ante Cataluña (su referente) y ante el catalanismo y la ingeniería social. También se las dan de ocurrentes. Y así el Consell de Mallorca, que por cierto no sirve para nada y debiera de suprimirse, propone cambiar de nombre al aeropuerto de Son San Juan o aeropuerto de Palma de Mallorca por el de Ramon Llull, que como sabemos era un pensador medieval que iba mucho en avión o al menos volaba alto.
Muy bien, solo que los especialistas han hecho los primeros números y la broma saldría por medio millón de euros. Mientras se van aplazando obras de imprescindible y alarmante urgencia estos políticos enloquecidos quieren desparramar 500.000 euros en un superficial capricho, además poco afortunado.
Por supuesto saldría muy caro a agencias, aviones, compañías y particulares que tienen su marketing, sus rótulos, impresos y material de oficina o de ventas ya a mano. Un gasto muy superior que debería sumarse al medio millón. En fin, otro ejemplo de como esta ristra de políticos impresentables no sabe solucionar los problemas reales y para ello necesita inventarse paridas para salir en la prensa, perder el tiempo y hacerlo perder a los demás.