En estos días tristes de carencias en el ámbito de la educación en Ibiza, son varios los que sacan tarjeta amarilla a aquellos agitadores con las camisetas verdes (profesores y sindicalistas de enseñanza). ¿Por qué no se quejan ahora? ¿porque ya gobiernan los que ellos ayudaron a encumbrar en el gobierno, mediante sus técnicas de agit-prop?
Desde luego, se significaron por su actividad, incluso fuera de la ley –como ya ha quedado patente en al menos dos sentencias judiciales– y no pasaba día en que no incordiaran en las puertas de la consejería o en cualquier otra parte, con sus velas encendidas, pancartas, con su griterío o incluso invadiendo las instalaciones del departamento y agrediendo a varias funcionarias. Pues nada, ahora que harían falta, han desaparecido los camisetas verdes. Las habrán metido en lejía.
Supongo que la gente de a pie se da cuenta de estas cosas y se muestra cada vez más agotada por el sectarismo de determinados grupos y partidos. Y sin embargo, se sienten impelidos a luchar por lo que queda de Ibiza y de Formentera.
Muy activos los veo en Facebook y Twitter, desde donde se organizan en grupos de trabajo para intentar aportar su energía en solucionar lo que los políticos ni siquiera detectan como un problema. ¿Cómo vas a tratar una enfermedad que ni siquiera has diagnosticado?
No solo es en Ibiza, también en Madrid, Valencia, Barcelona y otros sitios se van levantando grupos que se manifiestan contra esta masificación turística.
Y es en estos momentos cuando me gustaría sumarme a quienes defienden el turismo: al menos en las islas no tenemos otro medio de vida. Lechugas adlib, aceite payés, sobrasada y flaones, los vendemos con facilidad porque tenemos una fuerte demanda turística. De manera que nuestro enemigo no es el turista. Dios nos libre de hostigarlo.
Nuestros grandes problemas nacen por un abuso y sobreuso de nuestros limitados recursos: el agua, el espacio, etc. ya no dan más de sí. Y si no dan más, no hay que conceder más licencias de construcción de grandes mansiones rurales ni licencias de actividad si no es una industria o comercio que aporte un valor añadido a estas islas. Cierren ya el grifo o al menos durante una temporada amortigüen la expansión de negocios que son más de lo mismo. El problema no es el turismo, sino nuestros políticos y sus decisiones injustificables.