miércoles, agosto 14, 2013

Espectacularidad efímera

El garreo de un ancla arasa la Posidonia en Formentera. Foto Manu San Félix, vía DI
Me mandan una foto que representa la espectacularidad efímera de las Pitiusas de hoy, convertidas en escaparate de todas las vanidades fútiles imaginables. Está tomada desde una avioneta o avión que despega emproando hacia Valencia. En la popa queda el estrecho de los Freos, trenzados por las estelas de las lanchas rápidas y los yates que van camino a s´Espalmador.
La espuma convulsa de las estelas compone una red de formas que rompen el azulado horizonte de paz entre ambas islas, Ibiza y Formentera. Es la rugiente marabunta que describía el otro día: dos meses de guerra entre diez meses sedentarios y pacíficos.
Muchos ya sabemos que estas exhibiciones de despilfarro inútil no hacen más ricas a nuestras ya machacadas islitas. Es gente que viene a pavonearse a toda rabia, sin apenas tiempo para la tregua, presuntos millonarios que poco deben de dejar a los isleños, pero algunos se han empeñado en ofrecer esta coartada para seguir destruyendo el urbanismo, para seguir rellenando lo poco que queda de suelo rústico.
Yo comprendo que estas islas ahora son muy espectaculares, son el escaparate perfecto para lucirse ante los fotógrafos. Muchas chicas de catálogo, famosillas y aspirantes a, wanna be se contonean por el escenario en espera a una repercusión mediática que no alcanzarían en Pollensa o en Andratx, ni siquiera en Palma, que ha caído en picado después de las desdichadas peripecias reales. Ni en Marbella, que fue liquidada por la vulgaridad hispana del gordo corrupto y la petulancia de los árabes forrados en oro.
Ibiza es ahora el escaparate para lucir la mercancía.
Pocos se atreven a prescindir de las islas. Al menos pasan dos días, se fotografían y después parten a otras villas resguardadas en Sicilia, en Córcega o en Cerdeña. No pocos ya se han cobijado en Marruecos, ya veremos hasta cuándo.
Y sin embargo, todo el entramado muestra una obvia fragilidad. Para empezar es efímero: dura unas cuantas semanas, reluce con insolencia y se apaga, dejando la isla arrastrada como si hubiera pasado el ejército borracho de Atila. Y por otra, este entramado es frágil, decía, cuando un incidente cotidiano puede dejar a toda la isla sin energía o sin Internet, como ha ocurrido dos veces en junio y julio, cuando el ancla de dos yates rompió un cable.
Menos visibles son los garreos espeluznantes sobre las praderas de posidonia, que ya han sido demostrados y mostrados por imágenes que hieren cualquier corazón sensible. Unas zonas biológicas que pueden tardar 100 o 220 años en crecer, serán arrasadas en menos de 20 años. Lo escribo con números, a ver si así se visualiza mejor. Una animalada.
Por encima corren la cocaína, drogas de distinto origen, el champán francés y corren los bólidos sobre el espejo del mar. ¿Qué sacamos los isleños, qué sacamos las islas?
Porquería, muerte y contaminación.