Comencé a escribir en prensa en 1972. Aquí incluyo artículos o textos breves publicados en prensa desde diciembre de 2006.
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sábado, abril 03, 2010
Un poco de optimismo
Siempre que se pueda hay que ser optimista. Think positive! dicen los manuales de auto-ayuda en inglés. Si estás solo, el optimismo es una tabla de salvación; pero si vas a tratar con gente, el optimismo casi es una norma de educación y de urbanidad.
Viendo la temporada 2010 en prospectiva yo me mostraba pesimista, pero con cautelas.
Sin embargo, si nos comparemos con el 2009, los datos de enero eran realmente positivos para toda España (no para Ibiza, que ni siquiera existe en invierno, es como si se aletargara en una osera fenicia).
Los de febrero podrían haber seguido la senda de la recuperación, pero no ha sido así. La explicación es convincente: el mal tiempo reinante en toda la Península y en las Canarias han hecho retroceder a los turistas un 3,8% menos que en 2009. Se acepta esta explicación.
En marzo también hemos tenido una andanada de borrascas que han barrido nuestro país casi globalmente. Pero seamos optimistas de cara a la primavera, sobre la que he leído que no será lluviosa. Los comienzos lo desmienten, pero si conseguimos llegar a junio con cierta compostura, los dos o tres meses de verano fuerte ya serán coser y cantar. Qué optimista soy, me sorprendo a mí mismo. Pero con optimismo no se come. Queda mucho por hacer si Ibiza quiere revertir la tendencia actual al derrumbamiento: siempre voy recordando que la crisis global nos afecta, pero en la propia isla tenemos pendiente una crisis de definición estructural que no conseguimos ni siquiera encarar.
Quiero decir que si queremos vivir del turismo nos vemos obligados a cesar el desmantelamiento y el amazacotamiento de las costas y del interior de forma radical. No vivimos del urbanismo, de la construcción ni de construir puertos y carreteras. Vivimos del turismo y si se implanta el todo incluido, ni siquiera eso.
Si sólo tenemos turismo de discoteca y de Todo Incluido no conseguiremos una temporada justa que dé opciones a la oferta complementaria. Y mucho menos si sólo usamos las instalaciones para los tres meses del verano. Esta es nuestra gran encrucijada. Tenemos que elegir. Este es el meollo del cogollo, en mi opinión.
Importar cuadrillas de picapedreros andaluces o magrebíes va bien porque aumenta el consumo interno, y ellos mismos traen a sus familias y se compran uno o dos pisos, también los recién llegados podrán construir más apartamentos... así hasta agotar el paisaje, el terreno, el agua, la belleza y el turismo. Quiero decir que a este punto ya hemos llegado. Llegamos ya a finales de los ochenta o quizás antes.
Sé muy bien que los promotores, los especuladores y unos cuantos ibicencos no quieren oír hablar de esto. Tampoco una gran parte de los políticos, que ven en las licencias de obras una fuente de financiación y algunos incluso la oportunidad de pellizcar un poco más.
Por eso, las dos grandes crisis (la universal y la de Ibiza) han formado la tormenta perfecta. Seamos optimistas: depende mucho de los ibicencos organizarse y elegir un nuevo modelo de isla turística que acepta gastar justo lo sostenible y que reniega del crecimiento urbanístico.