A menudo nos preguntamos qué podemos hacer los ibicencos para cambiar la imagen de la isla en el exterior. Nada. Nada que no sea cambiar las circunstancias y el estilo que ofrecemos en el interior. Por ello yo aconsejaba dejarse de querellas y de puñetas contra películas o series (los putrefactos Shore) y no perder el tiempo mareando la perdiz.
La única posibilidad que
tenemos es cambiar la isla. Y no cambiará nunca si no se detiene la
construcción de nuevos hoteles, urbanizaciones y villas de lujo. Con
lo que hay ahora construído/destruído ya no nos llegan los recursos
naturales, que son aquellos con que la naturaleza nos dotó para
sobrevivir. Me arriesgué hace tiempo en decir que la isla por si
misma no puede mantener a más de 40.000 habitantes, Y lo mantengo.
Ahora alberga a unos 150.000 sin contar con los turistas. Conclusión,
consumimos los recursos que crearían al menos diez ibizas. Las
consecuencias son drásticas. Las sufrimos todos.
La mayor parte de
artículos en la prensa francesa, británica, alemana o
estadounidense no dicen más que la verdad. Y en general nos tratan
bien, quizás demasiado. Entre los últimos, uno en Wall Street
Journal, el cual nos recuerda tan solo nuestros orígenes hippies de
los años 60, un fenómeno que nos puso en el mapa mundial. Añadiendo
que hemos renegado de nuestro pasado bohemio y que hoy la isla ofrece
las casas y apartamentos más caros de toda España.
@MarianoPlanells