Viven de esto, la revuelta permanente, arañar espacios para el catalanismo y perseguir ahora ya de forma abierta todo lo que huela a España, como si ellos fueran paquistaníes (y algunos lo son). Bauzá intentó reconducir la dinámica hacia una normalidad colaborativa, o sea, construir un espacio social donde cupieran todos y todo: el español y el catalán, lo cual enfureció a los vividores del proceso. Vividores porque viven de esto: no suelen ser doctores en física cuántica, no diseñan barcos ni utensilios, no arriesgan su dinero en un comercio que dé empleo a centenares de baleáricos. Parasitan el sistema para revolucionarlo y reconducirlo a lo que ellos llaman la normalidad. Su normalidad es perseguir el español, proscribirlo en las aulas y mantener una legislación que favorece la consanguinidad laboral.
Solo quien domine el barcelonés podrá ejercer de médico, maestro o funcionario en general en Baleares. Ocurra lo que ocurra ya les va bien porque hay menos comunidad y cohesión española, hay menos España, lo cual les beneficia a corto plazo al desmotivar o impedir la entrada de profesionales de otras partes del Estado y a largo plazo, al debilitar al país, se puede llegar incluso a exigir la independencia. Han penetrado en las instituciones de forma paulatina pero segura: colegios, universidad balear, juzgados, medios de comunicación. Ahora ya incluso dentro del gobierno del Pacte. Francina Armengol perteneció a un sindicato de estudiantes separatista, Barceló se ha lucido en manifestaciones en las que se pedía la independencia, el socialista Antich dio su escaño a ERC para formar grupo en el Senado y hay otros muchos que pululan por la administración del Govern balear sin otra credencial que la pertenencia a esta marea.
Dudo que consigan jamás la independencia, pero no se trata de esto, ellos lo saben: se trata de vivir en un coto endogámico donde ningún vasco, gallego o extremeño pueda arrebatarles su área de poder o su sueldazo. Da lo mismo que sea Més, socialistas, enteses o iniciativas: son todo básicamente lo mismo: un Mester de Progresía que se nutre de la savia del sistema y que dedica las horas o gran parte del día a la ingeniería social para replicar el pesebre y multiplicar sus votantes. Ahora con el nuevo Pacto de Perdedores (PP) se encuentran como en el paraíso: nueva ley de funcionarios con exigencia del catalán. Saben que un buen médico español aprenderá antes inglés o alemán y se irá a trabajar a Estados Unidos, Londres o Alemania, en vez que perder el tiempo estudiando el vasco, gallego, barcelonés, castúo, panocho o ibicenco. Lo saben y abusan de su situación de fuerza.
El PP, con su entreguismo y su tibieza, labró su desgracia y nuestra derrota como sociedad adulta y avanzada. Porque en el trasfondo de todo existe una sociedad civil pasmada o narcotizada que no lo pasa muy bien. Mal con el PP y mucho peor con el Pacto. Muchísimo peor. Por mucho que ellos hayan recuperado la normalidad, me temo que solo acabamos de empezar. Y lo que viene no gustará a los baleáricos. Otra gran oportunidad perdida.