Quien pueda recogerse y desintoxicarse de un verano diabólico hará bien en quedarse cerca. Esto mismo es lo que van a hacer los erizos benditos, los únicos seres que nos pueden librar de algunas serpientes.
Las culebras también van a escoger madriguera en estos huecos de olivos o de higuera, en las paredes de piedra seca protegidas de los vientos y del relente. Serpiente que no haya sido cazada durante el estío, ya es difícil que lo sea ahora.
En todo caso ha llegado el momento de enseñar a los niños dos lecciones primordiales: no hay que matar a los erizos ni a las salamanquesas, lo que nosotros llamamos eriçons y dragons. No los destruyan porque ambos son benefactores y protectores de los ibicencos.
Los primeros, amén de dar cuenta de los caracoles, aceitunas perdidas o cucarachas, atacan con ferocidad a las víboras y a las culebras. Y las salamanquesas son también unos fantásticos depredadores de los mosquitos y otros bichos nocivos.
Los primeros, amén de dar cuenta de los caracoles, aceitunas perdidas o cucarachas, atacan con ferocidad a las víboras y a las culebras. Y las salamanquesas son también unos fantásticos depredadores de los mosquitos y otros bichos nocivos.
Es curioso que el payés se hacía con los erizos, pero para comerlos –lo sabré yo, que de niño los comí varias veces– y además, en un acto de irresponsabilidad inexplicable, mataba a los dragons. La salamanquesa tiene un problema y es que es fea hasta la repelencia y esta es su eficaz arma de defensa. Pero si empezamos a matar a los feos, este mundo quedará despoblado.
Tiempos de avellanas, pistachos, piñones,castañas pilongas y buen vino tinto joven (o de reserva, que en esto, como en los octanos, manda el bolsillo). Leer libros, ver películas y exigir a los políticos que dejen de hacerse selfies y se dediquen a las encomiendas o estas Pitiusas acabarán por naufragar en su propio jugo. Y me refiero a los jugos que revientan de los emisarios y las depuradoras.
No me extraña que los delfines nos rehúyan. En verano brincando descalabrados y prudentes, esquivando motos, lanchas y yates. Se ha comprobado cómo las poblaciones de delfines mulares evitan la presencia humana. No son tontos.
En biza sabemos que no era rara su presencia en las aguas interiores del puerto y también en las proximidades de las embarcaciones pesqueras de antaño. Pero en esta zona mediterránea occidental huyen del turismo. Quien pudiera.