El podemita Jarabo disfruta de aterrorizar a los hoteleros. Es inútil. El que no tiene el hotel amortizado y otros tres más instalados en el Caribe es porque no quiere. Jarabo ya llevaba demasiado tiempo callado y acaba de soltar otra andanada: «Nosotros nunca aceptaríamos un impuesto que pudiese beneficiar al sector hotelero». Y se explica: se supone que los hoteleros ya tienen cubiertos los servicios mínimos, por lo que la recaudación ha de ir destinada a servicios sociales, sanidad, educación y sanidad.
Imagino que una montaña tal de millones de euros algo dejará para la mejora medioambiental, aunque vaya usted a saber qué es eso y dónde cae. Y para la investigación y desarrollo. O sea, en casillas tan ambiguas que se podrían emplear perfectamente para las temidas mariscadas (por lo del ácido úrico), tan profundamente mimadas por algunos miembros de esta izquierda caviar, es decir, el socialismo español de toda la vida. Se equivocan, se lo repito. La sanidad, la educación, los recursos sociales han de obtener sus partidas presupuestadas en los PGE y si no saben defenderlo ni extraerlo es que no sirven para estos puestos, y de esto no me cabe ninguna duda. Pero no, lo único que preocupa a los podemitas es una pueril pugna contra unos hoteleros demonizados. Que no les llegue nada.
No caen en la cuenta de que si trabajan en serio en la mejora del medio tendrán que recomponer o mejorar las zonas adyacentes a las aglomeraciones donde se hospedan los turistas. A los hoteleros lo mejor es tenerlos de aliados, cobrarles en justicia por los servicios públicos que reciben, pero no hostigarles ni amedrentarles (¡como si esto fuera tan fácil!). Pero, en todo caso, relájense y pónganse a trabajar partiendo de bases ya muy estructuradas. Dejen de lado su adanismo y su vana pretensión de descubrir cada día el Mediterráneo. Gestionen.
Gestionen aunque sea con criterio de partido o de Pacte, en esto nadie puede meterse, pues, aunque no habéis ganado las elecciones, habéis conformado un Pacte de Perdedores con mayoría matemática. Pero gestionen y olvídense de la ingeniería social, de las vanas ocurrencias y de las venganzas imposibles.