Llama la atención la concurrencia a los actos religiosos en Ibiza y en Formentera. A mí no. En primer lugar no es un fenómeno exclusivamente pitiuso, está ocurriendo en toda España por mucho que durante décadas se haya silenciado. Nunca ha dejado de ser así, aunque es posible que en los últimos años el fenómeno se haya acentuado.
Hay cifras sobre esto, pero haría falta reflexionar un buen rato para discernir las causas. ¿Puede haber multiplicado los católicos practicantes la millonaria migración de hispanos latinoamericanos? ¿Los propios españoles se han ido hartando de la estupidez del consumo en cadena y de los becerros de oro tan cultivados en las telebasuras? ¿Que un sector de nuestra juventud busca una vida más espiritual, desechando la porquería suicida de las drogas, las discotecas y otros ritos urbanos sin futuro? ¿Han ayudado las afluentes filosofías orientales que recomiendan cultivar el espíritu, la mente y cultivar la serenidad y la meditación? ¿Es posible que la creciente cristianofobia en algunos sectores haya actuado como factor motivador que ha despertado conciencias dormidas y ha abierto otras que estaban flotando en el vacío de la nada de la sociedad de consumo egoísta? ¿La vertiginosa migración musulmana, con sus nuevas exigencias y sus nuevos retos ha movido a algunos cristianos creyentes a volver a practicar en el seno de la Iglesia?
Ya tenemos algunas preguntas por si alguna congregación o grupo urbano quiere pasar el tiempo descifrando este enigma que afecta a las raíces de la sociedad, pero también imprime carácter y forja nuestra psicología como individuos. Muchísimos jóvenes tienen claro que no les interesa la excitación química de la covacha electrónica como algo habitual en su vida y buscan otras salidas que les templen la personalidad y les proporcionen respuestas para el sosiego. Ya han descubierto que construir supone un arduo camino con algunas privaciones, pero que es mucho más gozoso y grato que destruir lanzándose al vacío hacia la nada.
Otros quizás hayan superado la fase de rebelión adolescente contra los padres y los mayores y hayan decidido explorar una vía más heredada: ¿y si nuestros abuelos hubieran tenido razón en algo?
Por lo demás, no puede ser ajeno el prudente pero continuado uso de los medios y las redes sociales en la propia Iglesia. Hasta el Papa Francisco tiene una cuenta activa en Twitter. Muchos párrocos ya olían a oveja antes de que lo recomendara el Papa Francisco, y mantienen una actividad difícil pero con esperanza en su entorno.
Todo esto lo sabemos: amor, tradición, curiosidad, sentido de grupo, fe, ilusión. Es un hecho que hay un despertar. Los españoles se sienten católicos, aunque solo van a misa los domingos un diez por ciento. España ha dejado de ser católica, dijo Azaña, como dijo otras tantas tonterías. En realidad, no. A su manera España sigue siendo católica.