Ibiza y Formentera (también) ya son insostenibles.
Yo lo vengo diciendo desde
1982 por lo menos y aun antes. Esto
no tendría importancia. También lo dicen
grupos de ecologistas. Esto tampoco
sería determinante, porque siempre
se puede poner la excusa de que los ecologistas
tienen razón, pero a largo plazo
y sus alarmistas avisos sólo son para
coartar el crecimiento.
Bueno, pero es que ya lo han dicho
geógrafos, técnicos y estudios muy bien
razonados. Quien consulte la hemeroteca
de los últimos diez años encontraré
abundante información.
Como está Ibiza (y Formentera también),
es totalmente insostenible. El milagro
es que todavía se sostenga mal
que bien. Pero es una idea ficticia: a la
que se le corta el suministro de liquidez
(dineraria me refiero) toda la isla tiembla.
Bastaría un verano sin turistas para
que toda la estructura se viniera abajo,
lo cual demuestra que no tienen estructura.
¿Por qué? Porque es insostenible
y todo aquello que no puede sostenerse
se viene abajo, es decir, pierde
su estructura inicial.
Tal como está articulada la isla es un
milagro que se tenga en pie. Yo veo que
sobra gente, sobran turistas, sobran urbanizaciones,
sobran coches, sobran
piscinas y sobran casas unifamiliares,
precisamente porque se ha querido imitar
en un mundo urbano fastuoso, la
sobria dispersión rural que funciona
400 o 500 años atrás.
Como no funciona es ahora. Ya digo:
no soy el único en decirlo, aunque he
sido de los primeros, en plural, porque
yo sé que nombres ilustres como Erwin
Broner y Josep Lluís Sert lo dijeron mejor,
más fundadamente y antes que uno.
Y otros, claro que sí.
Uno queda muy asombrado cuando
ve las miles de piscinas llenas de carísima
agua, rebosantes y para uno o tres
usuarios.
Leo en el Diario, que sólo en San José
hay cuatro mil piscinas. Un mes después
dice que en la isla hay unas
10.000. Una cifra escandalosa. No me
asombra el desfase del Diario: tiene que
haber más, yo calcularía unas veinte
mil, pero no tengo números, es una suposición.
Me asombra esta isla insostenible.