miércoles, agosto 15, 2012

Mirando al mar


Los clubbers también usan el mar como trasfondo pero sin perder el tiempo

No quiero hablar de la sentimental canción romántica del baladista Boned de San Pedro, sino de una recomendación de ejecución casi imposible si uno no se refugia en los escarpados acantilados del norte de la isla.

Los ibicencos hemos vivido de y hemos usado los recursos del mar, pero no teníamos una predilección especial por verter nuestra vida a las aguas. Pocas casas antiguas usan la frontalidad frente al mar, al menos de cerca. Hace unos años que las cosas han cambiado, pero muchas veces es por ignorancia. Vivir cerca del mar es un fastidio. Los aparatos eléctricos se estropean, los muebles se comban, los cubiertos y el metal se oxidan... una vez que se decida vivir cerca del mar ya es mucho mejor vivir dentro, en una barcaza o un yate.

Sin llegar a estos extremos, nuestra atención se centra cada vez más en el mar, al menos el mar que nos rodea, nos abraza y nos enriquece. Por algo será nuestra mirada. Estamos viendo cambios muy rápidos y no parecen muy agradables ni auguran ningún beneficio. No solo los hundimientos o grandes choques entre embarcaciones, sino los mismos destrozos que están causando los megayates como el ´Turama´ (ya tristemente célebre desde que el Diario publicó los estremecedores vídeos y fotos del garreo del ancla en una zona de posidonia, que queda literalmente arrancada y a la deriva).

Un hecho muy triste por lo que tiene de significativo: en mi carpeta de recortes, la posidonias (en el mar) y los incendios de pinos (en tierra) ocupan el mayor volumen de material publicado. En esto el Diario se portó bien. La atención del Diario hacia el mar ha aumentado muchísimo. No olvidemos tampoco las medusas, el acoso al atún, las prospecciones petrolíferas, etc. Era una de mis insistentes peticiones -más atención a nuestro mar-  y al final parece que se ha podido, aunque nos siempre hay el personal suficiente para cubrir todos los eventos y problemas.

Atención, pues, a nuestro mar. Miremos nuestro mar, aunque cuando veamos la saturación de lanchas y yates del mes de agosto nos entre un ataque de pánico: tenemos que saber y ser muy conscientes de que esto es lo que se está cultivando (¡y las discotecas!) y que esta nube impresionante de motores en nuestra costa seguirá aumentando hasta límites difíciles de prever... a pesar de la crisis que ha obligado a muchos dueños a abandonar sus barcos al no poder hacer frente a las deudas o a los gastos.

Además, en algún momento, Ibiza tendrá más escalas en las sendas o rutas programadas de los cruceros, con estas enormes ciudades flotantes que pueden llegar a los 300 metros de eslora y que irán fondeando encima o sobre las grandes plantaciones de nuestras imprescindibles praderas de posidonia. A no ser que ocurra un milagro y las autoridades marítimas tomen cartas en el asunto, pero con seriedad y rigor.

Mirando al mar también, porque con el tipo de turismo que viene, ocurren demasiados accidentes en las playas. El año pasado los incidentes graves (no contamos los leves) aumentaron casi un 89% . Mirando al mar para hacer frente a nuevos retos y problemas.