miércoles, diciembre 22, 2010

Una moda de Ibiza, pero oscura



A finales de los 70 la calle de la Virgen concentraba mucha creatividad. No sólo por los ya famosos que deambulaban de vez en cuando confundidos entre una multitud abigarrada y festiva que hablaba y bebía en plena calle, sin embaldosar. No puedo concebir un lugar mejor que simbolice el viejo espíritu mediterráneo del ágora griega o del foro romano o de las plazuelas portuarias de las ciudades fenicias. Desde muy temprano al amanecer, al mediodía, por la tarde y hasta altas horas de la noche, la vida se hacía en la calle. Esto antes del uso de la iluminación eléctrica pública. Después, mucho más. Un ambiente de zoco marroquí, de foro fenicio, creado por decenas de nacionalidades, distintas edades y gente muy dispar. 
Bueno, pues justo en la parte central de esta alargada calle abrió su tienda Paula´s el hoy director teatral y animador cultural Armin Heinemann. La moda Adlib ya estaba lanzada, pero muchos diseñadores mostraban unos modelos tan excéntricos y exagerados que muchas periodistas hablaban de la portabilidad. ¿Quién se atrevería a llevar aquellos diseños tan locos? Hay que pensar que adlib se inspiraba en la sonoridad cromática del universo hippy, pero en tanto y cuanto los modelos hubieran pasado por la ducha, por la maquinilla de afeitar, por la pulidora: «como quieras, pero con gusto» significaba que lo hippy estaba bien como una excentricidad, pero nadie pagaría por modelos escandalosos. Como en el cine de la época, se tenía que rodar una doble versión. Hippy sí, pero arregladito.
Armin tuvo el sentido común de romper con la luminosidad alba de lo Adlib. Casi desde el principio usó tonos oscuros, pero muy bien combinados con estampados y otros complementos realmente atrevidos. Sus ropas eran mostradas en vivo por alguna modelo muy delgada, altísima, pálida. Recuerdo a la famosa Mora, casi siempre acompañada de un perro pastor alemán lustroso y gentil. Y a otras. No es de extrañar que aquellos vestidos de Armin, que cubrían hasta casi los pies, tuvieran una gran aceptación entre la gente de gran estatura.
Pronto se creó la antipublicidad: «Los modelos de Armin son portables y hermosos, pero sólo para gente delgada y muy alta.»
La gente astuta se distingue por sus detalles imperceptibles. Armin neutralizó estas naderías poniendo a Johnnis sentada en un taburete en la entrada de la tienda, a la que no se podía acceder si no retirabas una cadena forrada de terciopelo púrpura que franqueaba el umbral.
Johnnis es negra, pesa unos 180 kilos y es muy simpática. Fui yo quien le comenté que era una reencarnación de la diosa Tanit. Le gustó tanto la revelación que a los pocos meses ya se vendían postales y pinturas con su retrato titulado simplemente ´Tanit de Ibiza´.
¿La puerta bloqueada? Otro ardid de Armin (o quizás de su amigo Stuart) que de esta forma impedían el embotellamiento en una tienda muy chiquitita. Además, la clienta se sentía como una reina, pues el diseñador en persona atendía solamente a una compradora al mismo tiempo, sin prisas ni agobios. Armin siempre ha tenido el talento de dominar el escenario.