Leo una frase que reconozco pero que no estoy seguro de compartir: «Ibiza ofrece algo que no hay en ninguna otra parte del mundo», pronunciada por un personaje de discoteca. Claro. Dicho así, es probable que los habitantes y residentes en zonas como playa den Bossa o San Antonio estén muy de acuerdo.
Incluso en Mallorca y en la Costa Brava han ido erradicando las malas hierbas, bueno, las hierbas escandalosas y borrachas, la avalancha de drogas.
Pero en Ibiza no han podido con nosotros. Seguimos inmersos en el fango eléctrico. No tengo ni un solo amigo peninsular que quiera vivir en Ibiza, aunque muchos de ellos admiten pasar unos días la mar de divertidos durante el verano en la isla.
Pero no somos el ónfalos, el ombligo creacional del universo, no somos el centro del mundo, honor que al parecer merece el santuario de Delfos, que visité hace décadas.
Sin la efe, hay una isla griega que se considera mágica y sagrada, pero Delos la he visto en fotos y tiene un problema que es probable que llegue a tener Ibiza en unos pocos años: está deforestada en grandes zonas.
Como Delfos y Delos hay en el Mediterráneo unos cincuenta puntos mágicos. No me explico cómo los aficionados a repetir y a copiar los mismos tópicos de Ibiza no escriben un libro inédito sobre el mágico Mediterráneo. Bueno, lo entiendo, como mínimo tendrían que trabajar, leer y viajar durante cinco años.
En Ibiza hemos roto el espejo que mantenía el sortilegio: hemos perdido el aura, hemos desecado el agua protectora y vuelven a medrar las serpientes y toda suerte de animales ponzoñosos y además Pepiño conseguirá que salir de la isla cárcel nos salga sustancialmente mucho más caro.
No, Ibiza no es el centro del mundo, pero sí que tiene cosas muy positivas a los ojos de un alemán, un inglés o un francés de clase media (los más exigentes ya se han abierto hace tiempo): tiene más de 300 días de sol crudo, tiene una situación que la hacen accesible cuando se quiere, y sólo se quiere en verano, y hasta hace poco todavía tenía unas precios razonables para un sueldo teutón. Para quien no es accesible es para los que viven aquí. Entiendo perfectamente que familias enteras se realojen en Soria, Palencia o Ávila gracias a las gestiones de Cáritas. Una familia numerosa tendrá cada vez más problemas por residir en la isla.
La frase de nuestro personaje de discoteca me ha recordado la eterna discusión del matrimonio que está gestionando el divorcio. El marido, harto de las disquisiciones de su parienta, le dice:
– Pero María, si tú sabes que no encontrarás a nadie en el mundo como yo.
– Bueno, de esto se trata, esta es la idea –contesta ella, llena de satisfacción.