miércoles, noviembre 25, 2009

La promoción turística en manos de Nostradamus



Lo hemos probado todo, pero parece que hemos perdido la receta. Nuestras islas pretenden vender paz, calma, amor, discotecas, artesanía, arte, música, sexo, rock´n roll, playas, mar, buceo, homo y heterosexualidad, emoción, pildoritas, taxistas alucinantes (no diré que alucinados), y toda suerte de fanfarria para atraer a jovencitos que quieren ser mayores y a mayores que pretenden ser jovencitos.
Pero hemos agotado la fórmula y los clientes han agotado la cartera. Miramos hacia todas partes y cuando descubrimos que a los demás no les va mucho mejor tampoco nos consolamos.
Incredulidad ante la situación, pero credulidad en las causas y en los fines: La isla mágica de la fertilidad, las tierras sagradas, los barros refractarios que impiden la perversa proliferación de las víboras, la isla de los ovnis y de las bases extraterrestres no puede languidecer ante la mirada consternada de los técnicos en promoción turística.
Tenemos ya una montaña de planes y proyectos: de embellecimiento, de cohesión, de promoción turística, de renovación hotelera, de agroturismo y turismo rural.
Pero nuestros planes, como los de Aníbal en las puertas de Roma, han terminado por morir antes de nacer, porque no nos hemos atrevido a enfrentarnos al tema en su meollo. Si Aníbal hubiera atacado Roma en sus entrañas, la historia de Ibiza hubiera sufrido grandes cambios.
Nuestras altas mentes pensantes ya están cansadas de la esterilidad de la ciencia positiva y han decidido recurrir a Nostradamus, que era un judío maltratado, perseguido y desequilibrado que decidió escribir sus cuartetas de forma críptica para evitar que le quemaran crudo.
Nostradamus, Michel de Nôtre-Dame, vivió unos tiempos muy complicados y no parece muy probable que viniera a Ibiza en unos años en que los bajeles del imperio turco barrían las costas francesas, hispanas y nuestras islas. Especialmente duro fue para Menorca, pero también para Ibiza. A mediados del siglo XVI caer en Ibiza era equivalente a ser lanzado con paracaídas en plena selva del Vietnam en plena guerra.
No sé si me sorprende más la mentalidad de Nostradamus o la de estos ibicencos que recurren a la santería y a los exorcismos para promocionar Ibiza. Esta conducta es parecida a la del enfermo de cáncer que se siente ya perdido ante la ciencia convencional y recurre al curandero.
No dejo de sorprenderme del éxito de las falacias, las ocurrencias mitológicas y las serenas mentiras que con animus iocandi he escrito yo mismo en el ´Diccionario de Secretos de Ibiza´. Soy parte responsable en casi toda esta madeja de bulos, pero en mi descargo puedo decir que jamás pretendí ser tomado en serio. Maldita sea, ya sólo me falta que las cosas que diga en serio me las tomen como fantasías.