miércoles, noviembre 28, 2007

Valoramos el turismo, destrozamos la tierra

Cuantas veces se les ha preguntado a los ibicencos su valoración por la actividad turística siempre han contestado muy positivamente. De todas las Baleares, los ibicencos son quienes más valoran el turismo y también el modelo.
¿El modelo? Tengo ante mí un breve recorte con las conclusiones del último informe Gadeso. Mejor dicho, un sondeo. En él se valora el turismo, pero se ve mucho peor que hace dos años el modelo turístico.
Cuando salió este informe en la prensa no le di importancia, porque de todas formas el turismo es algo que está ahí desde hace cincuenta años y es la única actividad que nos mantiene con un cierto nivel de vida.
Pero ahora veo que Ibiza y Formentera (¿las pongo juntas o no? ¿todavía no habéis dado el derecho de autodeterminación a los formenteranos y la consiguiente independencia?) dispondrán de más de mil millones de pesetas para promocionarse.
Una barbaridad, cuando la mejor promoción es emplear estos 6,8 millones de euros arreglando las aceras, las jardineras, las paradas, la limpieza, el asfaltado, en suma arreglando todo aquello que hace calidad de vida. La calidad de vida no nace, se hace.
Este es el caso: valoramos el turismo, pero destrozamos el lugar donde se sustenta.
La mejor forma de promocionar Ibiza es cuidar el territorio, sin ambages, sin matices, sin excusas, sin tonterías, sin tregua. Yo no digo hundir todo el presupuesto en un pozo sin fondo de servicios sociales (que por otra parte contribuirían a llenar aún más de necesitados procedentes del Magreb, de Valencia, Alicante, etc.). Pero sí emprender obras, aunque sean de envergadura y que sean duraderas, si no pueden ser perdurables.
Cuando decimos que apoyamos el modelo (aunque cada vez menos) y valoramos el turismo, ¿por qué no vamos un paso más allá y deducimos que el turismo que viene no depende de la campañas, sino de nuestra presencia y de nuestra calidad?
Ya nadie o casi nadie compra un billete a Ibiza o a Corfú por un díptico que le da una azafata en Londres. Quizás sí a un pueblito de Bolivia o de Marruecos (se está vendiendo muy bien la costa marroquí, por cierto, y me refiero a vender pisos, apartamentos y terrenos. Consúltese en Internet).
Pero dejará de comprarlo si tiene que llegar a su habitación sorteando chorizos (muchos de ellos argelinos), pisando vómitos o cristales o peleas, aunque los hayan provocado ellos mismos.
Tampoco es necesaria ninguna campaña para seguir atrayendo turistas en julio y agosto. No sólo sobran, sino que nos cuestan dinero.
Nada nuevo bajo el sol y aquí hacen falta cambios. De verdad, y ya llegan muy tarde.

Regreso a Mariano Digital

domingo, noviembre 25, 2007

Dentro de la taza

Attention, Londres esta u coin de la rue, dice el cartel que muestra a un inglesote muy bestia con el torso desnudo cruzado con una cruz de San Jorge. Item más: se coge la titola con las dos manos y suelta un chorro de orina que cae milimétricamente dentro de una especie de taza de té.

Asombroso. Y esto es un anuncio para atraer belgas que tomen el Eurostar, este supertren que cruza el túnel del canal de La Mancha a más de 200 por hora. Claro, Londres está a la vuelta de la esquina.

Lo que no dicen es que cuando hayan terminado de mear en Londres los cabroncetes cogen un low-cost y vienen a Ibiza, el destino más tirado, más ruidoso, más depreciado del planeta. Eso sí, cerveza, pastillas y mucho ruido.

Tampoco dicen que una vez han llegado a Ibiza ya pierden la puntería, el tino y la cruz. La cruz nos la ceden a nosotros y mear, mean por donde mejor les caiga.

Muy asombroso. ¿Por qué tienen esta fijación los británicos con mear entre colegas y en bajarse los pantalones y mostrarte el culito enseguida que pueden y por cualquier excusa? Un argentino (son grandes topógrafos de la psique) diría que es una fijación regresiva en la etapa oral-anal. El ya desaparecido José Luís de Vilallonga, que les tenía mucha manía desde que cometió la imprudencia de casarse con una inglesa, escribió o dijo que todos los ingleses son un poco mariconcetes. Hombre… alguno habrá que no.

A mí me gustan, me caen bien los ingleses porque en general –hombre, cuando ya van muy cocidos no- tienen mucho sentido del humor. Se ríen hasta de su propia sombra, lo cual demuestra una buena salud mental, reforzada por la buena levadura y las vitaminas tipo B que contiene la cerveza.

Todo lo demás sigue el orden natural de nuestro calendario: desfile de políticos vestidos de azul marino y totalmente desprovistos de cualquier idea propia que pueda amargarles el día.

De la cultura europea sólo se salva este tío meándose en una copa de té de la Gran Bretaña.


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sábado, noviembre 24, 2007

Juanito


Desde lejos de Ibiza todavía sientes más la desaparición de los personajes que han ido tirando con el siglo. Siempre me decía Paco Verdera que cuando fallece alguien tan arraigado en las cosas de las islas es como si amputaras una rama importante del árbol. Desde aquel 1972 muchas veces he pasado por estas horcas caudinas de la amputación, de manera que con la edad aprendes a querer con desprendimiento, valorando al romano modo la sobriedad de la vida efímera.
Ya me propuse hace muchos años no escribir obituarios. De lo muerto no vale la pena escribir, mientras nos quede tanto que hacer con la vida. Ocurre sin embargo que estos personajes tan longevos y activos -como Juanito de sa Fonda Formentera- impregnan con su lenguaje las presencias y las ausencias. Las palabras y las cosas adquieren siempre un nuevo significado.
Algo que hubiera encantado a Cleopatra: Se está vivo mientras alguien te recuerda.
A mí me sirvió de puente entre la generación anterior (rarita, muy afectada, un poco enferma, pero cualquiera no) y la avalancha exterior. Así, Juan Tur Ramis (o Joan, aunque en Ibiza todos le conocemos por Juanito) estuvo en su atalaya portuaria privilegiada y mantuvo encendida siempre la luz de entrada.
Ibicencos traumatizados por la guerra, escarmentados por la posguerra, jovenzuelos más curiosos de lo debido (los míos), numerosos escritores y elefantes, pintores y muchos hippies, turistas o viandantes de paso... todos, todos ellos pasábamos por el faro de la Fonda. Fue bar, fonda, restaurante, consigna, oficina de información. Todo.
Así que hablar de Juanito es hablar de la vida. Lo sabían los viajeros: cuando llegues al puerto, párate un rato con Juanito y te reorientas, te informas y te preparas la ruta. Décadas y décadas avalan esta presencia.
Su atalaya parece un imán. Atraía a gente diversa, incluso a las bombas de la aviación incivil de la guerra (cayeron a pocos metros).
Aparte de su propia vida personal, repleta de anécdotas y firmes decisiones, siempre intentó ir por delante de la mediocridad política de aquella España estancada.
Pero todos somos fruto de nuestro tiempo y cuando llegó el momento de la floración (1975 en adelante) prefirió el trabajo discreto de equipo, el trabajo de almacén. Sabía que ya había tomado el relevo otra generación.
Mantuvo hasta el final sus creencias socialdemócratas, sin querer cerrar los ojos a los desmanes de algunos momentos de aquel socialismo que se propuso modernizar España y casi nos dejó al nivel de la peor Argentina.
Conversábamos, discrepábamos a veces, pero siempre te ibas a casa con la seguridad de que haber compartido un rato con Juanito había valido la pena. Ya lo creo.
Con Dios, amigo.

(Foto por gentileza de J.A. Riera, Diario de Ibiza)

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miércoles, noviembre 21, 2007

Promocionar Londres con un gamberro meando

Los ingleses son raros, excéntricos, peculiares, un poco locos, bastante gamberros, pero de marketing saben un rato largo.
Llevan como mínimo desde 1960 vendiendo toneladas de porquería al mundo entero y nadie ha cuestionado la calidad de su diseño, moda, música o gadgets. Hacen mucha música malísima, horrorosa, vomitiva. Venden a Johnny Rotten como un genio del rock, pero Juanito Podrido sólo es otra broma más de los productores. Sex Pistols y los ultimísimos artistas son igual de estériles y poco creativos.
¿Trainspotting? Lumpenproletariat de los arrabales de las principales ciudades: incultura, ignorancia, droga, violencia y penalidades.
En moda hace décadas que han perdido el tono, la medida y el norte, a pesar de lo cual se permiten vender con sus revistas y cadenas de televisión toneladas de auténtica basura, al lado de otras cosas válidas.
Simplemente con la palabra Underground (Metro) popularizaron el tubo en todo el mundo. Y la ciudad. Con una sola Mary Quant y unos Beatles parece que tienen la patente eterna del concepto de vanguardia y se sabe que no es así, sino casi lo contrario.
Ya hace décadas que exportan violencia, matonismo y hooligans por todo el Mediterráneo. En esto no tienen la exclusiva, pero tienen una gran calidad en sus bestias y matones. Les han expulsado de los campeonatos de fútbol, les sacude la policía de toda Europa, se lanzan desde el balcón o se estrellan en Ibiza... parece que les da igual. Después las madres inglesas, desconsoladas lloran a destiempo lo que no supieron (y es difícil) inculcarles a tiempo y echan la culpa a nuestras carreteras.
Eurostar, el tren de alta velocidad que cruza el túnel del Canal de la Mancha quiere conseguir más turistas del continente. Y ha emprendido una campaña, que en Bélgica ha tomado dos líneas. En un cartel salen Margaret Thatcher, Tony Blair y Major.
Pero en el otro sale un cabroncete, un hooligan meando en una taza de té. Y tiene puntería.
En fin, a mí me caen bien. ¿Saben por qué? Por su sentido del humor, por su sentido del pragmatismo y porque si no pueden vencer al enemigo, se unen a él y lo desmontan.
Por ejemplo. Imaginen que nos devuelven Gibraltar y Zapatero nombra a Rosa Regás gobernadora del Peñón: cualquier catástrofe es previsible. Ante esta apocalíptica eventualidad es mucho mejor que Gibraltar siga siendo inglés. Sacan pasta incluso de sus gamberros

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domingo, noviembre 18, 2007

La realidad será más dura que las leyes

La realidad será más dura que las leyes En 7 días Mariano Planells

Llevo al menos tres años con el acelerador y la mirada puesta en el urbanismo, por el destrozo vertiginoso que ha causado a las islas.

No sé si este esfuerzo vale la pena, pero los periodistas no tenemos el boletín oficial de la comunidad. Esto ya está en manos de los políticos, desgraciadamente. O afortunadamente.

Los ayuntamientos nutren sus arcas de los arbitrios, cánones y tasas procedentes en su mayor parte de todo lo relacionado con la vivienda, con la construcción y con el urbanismo. Te cobran antes de hacer la casa, mientras la haces y cuando ya la has hecho. Y cuando ya, hecha y habitada, pensabas que se te había acabado el pagar. Siempre pagas.

Los ayuntamientos saben que se corre el peligro de asfixiar la única actividad (descartado el turismo) que deja pasta gansa.

La contradicción será difícil de vencer. Si seguimos dando licencias se nos acaba el espacio y la buena vida. Pero si no seguimos dando licencia se nos acaba el dinero.

Por eso suelo decir que el urbanismo es la única asignatura pendiente, el único tema importante. Y es feo, desagradable y duro de roer. Pero es lo que hay. Y tan importante es que incluso se habla de crear algún tipo de policía urbanística. ¿Más policía?

El Consell Insular debiera hacer uso de sus recursos, optimizarlos, antes de crear más gasto. Llevar una política clara, gestionar las denuncias con rigor e imparcialidad y tratar por todos los medios que los jueces cumplan con su trabajo con diligencia. ¿Más policía para qué? ¿Para enviar un papel poniendo cara de matasiete o de sietemachos? No. Mejor usar la que hay, debidamente cuidada, remunerada y ampliada.

Tiene razón Miguel Ramon cuando se explica: Poco podemos arreglar donde ya están concedidas las licencias; queda poco suelo, etc. El pastel está repartido desde antes del año 2000. Y en algunos municipios ha habido auténticas orgías de ladrillo y cemento.

Al final, las leyes y los políticos sobrarán, porque la realidad habrá impuesto su fuerza incuestionable. Y está llegando el día.

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sábado, noviembre 17, 2007

Media casita para cada hijo

Ahora parece que el sentido del ridículo impide a muchos ibicencos argumentar que tienen derecho a una licencia de obras para hacer una casa a cada hijo.
Hubo un tiempo en que esto se esgrimía como un derecho consuetudinario, cuando no es más que una bobada, como tantas que han tomado asiento y arraigo en estos parajes. Yo mismo lo satiricé en varios artículos. Nunca jamás ha existido tal derecho, como no existe el derecho de autodeterminación que tanto exhiben algunos vascos y catalanes. Pero queda bien.
Estos días, viajando por las tierras olvidadas de Extremadura y de Andalucía, he recuperado para mi memoria una antigua realidad que era muy habitual en Formentera: la media casa.
El tener media casa no era un derecho, era un milagro. Pero no era raro en Formentera ver estas casas de vertiente a dos aguas partidas por la mitad. Es como si el gigante de es Vedrà hubiera ido por la noche con una retroexcavadora y se hubiera llevado media casa, con un tajo perfecto por la mitad.
El gigante de es Vedrà tiene tantos visos de ser cierto, verídico y real como el derecho de autodeterminación del País Vasco o como el derecho de los propietarios ibicencos a construir una casita para cada hijito. Pura filfa.
Ni media casa. Los derechos por este terreno van muy torcidos.
A mí me intrigó siempre la procedencia de aquellas medias casas de Formentera. Indagué hasta que un formenterés me lo dijo con cuatro palabras: hacían media porque no pudieron hacerla completa.
Por lo visto, muchos formenterenses se contrataban de marineros o emigraban al Caribe, Suramérica o Argelia, qué sé yo. Y cuando podían, con algo de dinero ahorrado, comenzaban la casa, pero no por el tejado, sino por la mitad. Iban haciendo a medida que tenían algo de dinero y tiempo para subirla.
Lo mismo en Extremadura y en pueblitos andaluces o manchegos. Había lo que había. Estos días he visto los anuncios en prensa de una ciudad extremeña, en donde se vende «media casa». No tardé en caer en la cuenta de que, como en Formentera y en muchos otros sitios, media es media y una es una.
Media casa tiene una puertecita por la que no pasaría un vikingo con los cuernos y una ventanita. No hay más, o sea que debe ser una fachada de cuatro o cinco metros como mucho. Y eso era lo habitual. Sólo los ricos tenían casa, casas o cortijos. De verdad, ya no valoramos lo que tenemos.

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miércoles, noviembre 14, 2007

Urbanismo cuando ya no queda espacio

El urbanismo es la única materia importante, es el eje central de todas las políticas y el objetivo de todos los políticos. Lo ha sido siempre, pero en las últimas décadas quedaba mucho espacio libre y la situación no levantaba alarma.
El urbanismo es una ciencia y un arte, mediante el cual se intenta agredir al paisaje sin convertirlo en enemigo. Es una forma de gestionar racionalmente el espacio para valorar sus ventajas y anular sus inconvenientes. Es una proyección del hombre sobre la naturaleza y sobre el espacio.
No es una ciencia vieja, al menos como corpus teórico. Cuando Le Corbusier, Walter Gropius y otros hablaban de ordenar el espacio para la vivencia y la convivencia del hombre, muchos arrugaban el entrecejo. De hecho, las grandes ciudades europeas tuvieron que esperar al final de la II Guerra Mundial para emprender políticas de saneamiento, de pura higiene y de consolidación de los espacios públicos y libres.
Es decir, casi al mismo tiempo en que Ibiza comenzaba a recibir los primeros beatniks, elefantes y escritores, tras la penosa posguerra civil y posguerra mundial. Hablo de comienzos de los cincuenta.
Claro que antes hay precedentes, autores y arquitectos importantísimos (pienso ahora en París, Barcelona, Buenos Aires, etc.) pero yo me refiero al urbanismo como sentimiento asentado y aceptado casi universalmente.
Pero héteme aquí que ya no queda espacio. Prácticamente no queda espacio para interactuar.
Siempre cabrá otra urbanización, pero si miramos el panorama a nivel global, sólo hay que anotar las dificultades que tiene la Administración para ubicar una simple planta depuradora. Ahora piénsese en un matadero industrial, cementerios, plantas de transformación, cementeras, hormigoneras y alquitranes, grandes depósitos o basureros, cárcel, hospitales, etc.
Nos hemos quedado sin espacio; no queda espacio; esto no se sostiene.
Podríamos decir que tenemos poco espacio, pero menos mal que al menos tenemos levantadas y construidas las grandes infraestructuras que nos deben sustentar los próximos 25 años.
Pero sabemos que no es cierto. Pierden el tiempo parcheando Vara de Rey, promulgando moratorias inútiles o rescindiendo las licencias a cinco urbanizaciones. Esto no sirve para nada.
No están siquiera construidas las infraestructuras mínimas. Las plantas depuradoras revientan; las nuevas ni siquiera se han iniciado. El puerto de es Botafoc ahora es un muerto que no sirve para nada; las carreteras significan más problemas que ventajas; los hospitales se han quedado pequeños. El puerto deportivo de San Antonio ni se ha comenzado. Las estaciones marítimas se retrasan. En fin. Dejo la lista abierta: urbanismo.

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domingo, noviembre 11, 2007

El pez más viejo del río

Hay voces que nos alertan sin desmayo sobre el desquiciado panorama urbanístico. O sea, que hay voces más autorizadas que las mía, pero no reconozco ninguna más pesada.

Desde comienzos de febrero de 1972 uno ha procurado ir avisando, opinando, creando opinión, alertando sobre el carácter maligno del modelo de crecimiento urbanístico pitiuso. Con resultados penosos, poco he conseguido, apenas nada.

En cualquier caso, ahí están impresos unos miles de artículos.

De manera que me otorgo con todo merecimiento y no poco recochineo el prestigioso título de “Pez más viejo del río”, en una isla que ha perdido el río (está desecado), ha perdido las costas (están tapiadas), ha perdido las montañas (las ha vaciado) y ha perdido al agua dulce (la ha agotado) y está perdiendo el aire (chimeneas de ya saben qué).

Yo soy el pez más viejo del rio –y no me río- en una isla que lo ha perdido todo menos los hooligans, los clubbers, el cólico nefrítico y la cirrosis.

Dicho esto apenas me queda nada más que decir, sólo que Ibiza no es el único sitio del mundo que ha escogido este modelo de urbanismo desparramado. Un derrame de ladrillos que motean el paisaje mediterráneo, desde Ayamonte a Port Bou.

Las voces autorizadas y la mía lo han explicado mil veces. En Ibiza se han dado conferencias, existen estudios de urbanismo.: esto no es sostenible. Esto no se sostiene y, ay, todo aquello que no se sostiene acaba por caerse.

Lo que sorprende de nuestra islita, tajada por la mitad por la inmisericorde y suicida política del equipo anterior, es la intensidad del fenómeno.

Lo que ocurre en Ibiza es una brutalidad.

De eso no informan las agencias que venden pisos en media Europa. Que lo cuenten.

Se construye para especular. Da lo mismo, que se hunda, que quede arrasada Ibiza. Sólo interesa el dinero de los especuladores en general.

No me sorprende el titular del Diario (15 de octubre 2007): Cada día se construye una casa. Pues venga, “passau, passau i veureu es piset”.

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sábado, noviembre 10, 2007

Una paradoja de nuestra Ibiza

Si las cosas -turismo y construcción- van mal, mucha gente que vive al día y tiene compromisos y pagos que cumplir religiosamente se encontrará en dificultades.
Si las cosas -el turismo y la construcción, básicamente- van muy bien, se crea una efervescente sensación de euforia que mueve al derroche, a la subida de precios y a la edificación de más urbanizaciones, pisos, casas con la consiguiente necesidad de infraestructuras, que en Ibiza siempre van detrás cuando tendrían que ir antes de cualquier proyecto de urbanización.
Esto es la paradoja de Ibiza.
Quizás es porque somos excesivos en todo, y en estos momentos deberíamos alegrarnos de dos noticias recientes: por una parte ha subido el número de turistas. En principio es bueno y debemos alegrarnos de que vengan turistas. Una vez más no sé si es bueno que se incremente un 14 por ciento el número de visitantes.
La segunda noticia es que todos aquellos sectores relacionados con la construcción (en suma, todos se relacionan con el turismo) han acusado descensos de más de un veinte por ciento.
¿Eso significa que ha bajado mucho? En absoluto. Significa que estaba por las nubes, que estaba demasiado alto, que la actividad constructiva en Ibiza era absolutamente insostenible. Y lo sigue siendo.
Otra cosa que explican los entendidos es la extraña prolongación del ciclo económico español. Desde 1994 se relanza la economía española y ya en 1996, con la victoria de José MaríaAznar, se dispara del todo.
Pues bien, trece años, 13, ha durado el ciclo. Los entendidos no se lo explican y están todos de acuerdo en que ahora toca a) devolver los créditos, y para seguir pedaleando y pagando, b) no perder el puesto de trabajo.
Mal lo tenemos con el incremento incesante de la inflación y la subida del Euribor y de los tipos de interés. Muy mal, habrá mucha gente que se encontrará en serios apuros.
El drama humano (perdón, no es un drama, es un contratiempo o como quiera llamarse; drama es perder las piernas, por ejemplo) no puede alegrar a nadie, porque en economía las bofetadas las recibimos todos (las ganancias, unos pocos). Pero observado desde el punto de vista ecologista, conservacionista (que es o era el mío cuando todavía quedaba algo para conservar), uno se alegra.
Ibiza necesita oxígeno, esponjamiento, aterrizar de esta locura de ciclo, de estos casi catorce años de destrozo. ¿Cómo salir del circuito de la especulación?
Ahí tiene mucho que hacer el gobierno insular. Así que en faena y dejarse de perder el tiempo en bobadas y en informes: para el partido quizás seáis una buena ayuda, pero para la isla sois imprescindibles. Más trabajo, más puntería y más claridad.

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miércoles, noviembre 07, 2007

Todo llega, pero tarde

Yo no entendía a Simone Signoret o a Miguel Delibes cuando a preguntas de algún entrevistador solían contestar: «Sí, todo llega, pero demasiado tarde».
Ya los voy entendiendo desde hace un tiempo. Y no es nada agradable que te lleguen las compensaciones emocionales o económicas cuando ya apenas puedes valorarlas.
Con Ibiza ocurre lo mismo. La isla lleva una docena de años cultivando de forma monocorde y suicida el mismo tipo de turismo. Es una opción, sólo que hay que entender que este turismo excluye todas los demás.
La isla disponía de belleza, calma, espacio y de un ritmo ralentizado que hubiera sido ideal para los turistas del Imserso durante el invierno. Ahora leo que hasta el mes de abril vendrán 55.000 personas de la tercera edad. No les arriendo la ganancia: Ibiza no está diseñada para este tipo de turismo. Y si me apuran tampoco lo está para el turismo de bicicleta ni de buceo (dos actividades que se quieren promocionar).
Bicicletas en nuestro diseño peligrosísimo no parece lo más sosegante. Y el buceo ya no puede practicarse en cercanías, por el tránsito o por el destrozo.
O sea, que todo llega. Pero demasiado tarde.
Ocurre otro tanto con el florecimiento de los establecimientos hoteleros de cinco estrellas. Bienvenidos, pero con 30 años de retraso. No sé si el tipo de turismo, nuestra actividad, nuestro bullicio son los más apropiados.
En cualquier caso la iniciativa debe partir desde Ibiza, aunque sea con tanto retraso como el que se lleva aquí. En Mallorca, por ejemplo, se dieron cuenta de esta situación y tomaron medidas en los comienzos de los años ochenta. Hoy están mucho mejor equipados que Ibiza.
Y lo del modelo no es una broma. Genéricamente vivimos del turismo de sol y playa, expresando con claridad aplastante que vivimos de un turismo veraniego (eso es julio, agosto y septiembre). Sol cada vez menos porque es una peligrosísima fábrica de cáncer. Playas no tenemos en Ibiza para dos millones de turistas.
Dentro de este modelo se debiera de haber regresado a 1988, cuando se hablaba de esponjar. Derribar plazas turísticas obsoletas y rentabilizar el espacio dignificándolo con jardines, parkings, etc.
Se ha hecho todo lo contrario: las instalaciones desvencijadas pasarán a ser apartamentos amazacotados y carísimos que exigirán nuevas inversiones en servicios. La isla ha acrecentado demencialmente su número de plazas, legales, alegales o ilegales. Las carreteras, lejos de solucionar, han agravado los problemas. Lo único que parece en auge son los precios y las discotecas. Un turismo nocturno, monocorde, licántropo.

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domingo, noviembre 04, 2007

Una capital muy mal tratada


Yo me he pasado la vida hablando bien de toda la isla, viniera o no a cuento. Como yo sabía que era el orgullo del pequeño recién crecido, nadie me lo tendría demasiado en cuenta.

Hablar bien de Ibiza era, por lo tanto, una necesidad psicológica del insular que ve crecer el buen nombre de su tierra. Ibiza siempre iba en mis títulos.

Pero no fue sólo el buen nombre. Creció todo, incluso las malas hierbas, los ladrillos, las instalaciones, el número de turistas, el ruido, las incomodidades.

Y llegó un día en que cesé en mi orgullo un poco infantil. Al principio pocos lo comprendían, pero ahora veo y leo las cartas al director y creo que no cabe ninguna duda: Ibiza es un lugar con una ínfima calidad de vida, se vive mal en Ibiza y es muy caro. Y es incómodo. Y todo queda lejos.

Lo peor, la ciudad de Ibiza, a la que se le concedió este título para que pudiera optar a un obispado propio. Y ahí quedó la cosa.

Nadie pareció darse cuenta, pero el urbanismo (que no sabe de fronteras sobre el papel) creció en las zonas adyacentes de San José, San Antonio y Santa Eulalia. Se ha dibujado un imponente núcleo urbano que está desgobernado por cuatro alcaldes.

Poco a mucho, lo que se haga, siempre es insuficiente. El de Ibiza se pasa los cuatro años agotando el presupuesto levantando la avenida España o Vara de Rey (eso va por turnos), y después el resto de la ciudad crece alocadamente sin aceras ni cuidados. ¿Y los otros tres? Pues… qué otros tres. Ni aparecen.

Inicialmente, en los 70 y los 80, los habitantes de los arrabales iban, vivían, trabajaban en Vila, que aglutinaba juzgados, comisarías, hospitales, taxis, bibliotecas, etc.

La ciudad no pudo hacer frente a los gastos ordinarios. Subió los impuestos. Y muchísimos salieron pitando, matricularon el coche en otro municipio o cambiaron para intentar dormir mejor. ¿Y ahora como está? Bien, gracias. Ya a punto de levantar Vara de Rey otra vez.


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sábado, noviembre 03, 2007

Ni las murallas movieron tanta piedra

La foto de Metis nos muestra las señales de las visitas turísticas a la zona.


La fotografía de Lee muestra Atlantis, cerca de Es Vedrá. Véanse las marcas de la sierra que cortaba los bloques de arenisca.


Muchas veces lo he dicho y lo ha dicho mucha otra gente: este destrozo que afecta a la isla, exacerbado en los dos últimos años, no tiene parangón en toda nuestra historia conocida.
Sí, se sabe de algunos ataques romanos en su guerra civil, se sabe de ataques más o menos virulentos y episódicos, hasta llegar a la primera gran escabechina de 1114 (y quizás la única, porque yo mantengo la teoría personal, aunque veo que ha tenido aceptación, de que la llegada de los mercenarios del Tripartito Medieval en 1235 fue más una comedia que una tragedia).
Después, se suceden ataques de los turcos y de los magrebíes (berberiscos). Eran ataques continuos de pequeña envergadura.
El próximo gran movimiento humano, topográfico, arquitectónico fueron las murallas del siglo XVI. Ya estaban construidas la iglesia y la torre de la actual catedral.
Las murallas renacentistas son una gran obra que movió mucha piedra y mucho relleno. En realidad, las antiguas murallas de la dominación islámica no disponían del aparatoso diseño de las que conocemos hoy (afortunadamente, aunque han sufrido no pocas agresiones, y todavía no están a salvo). Sólo los baluartes y los lienzos terraplenados ya suponen un novedoso diseño de fortaleza inexpugnable en tiempos en los que ya se comenzaba a usar la artillería.
¿De dónde se sacó tanta piedra? Esta es la pregunta que nos hacíamos siempre los jóvenes estudiantes. Pues... de las canteras o de la pedrera (¿podría emplearse en castellano? Hermosa palabra latina). Con los años, uno ha ido caminando toda la costa de Ibiza, cuando apetecía verla y se sentían las piernas. No será difícil encontrar importantes canteras que están a ras de mar, niveladas con prudencia y eficacia para cargar los mazacotes en las barcazas.
Los que admiran los tajos casi artísticos de las salinas, o los que descienden a lo que llaman `Atlantis´ apenas pueden asociar estos ojales abiertos en la costa marina con las murallas de Ibiza. Ibiza no tiene una piedra excelente, pero sí que es pétrea, árida y poco fértil, salvo los valles y las vegas que todos conocemos.
Pues bien, para fundamentar estas autovías se ha usado más piedra de la que se podría haber usado en nuestras murallas. Muchísima más.
Por esto siempre escribo que es una herida (la de las montañas abiertas y vacías) como no se había producido jamás en la isla. Ni para las murallas que se iniciaron a mitad del siglo XVI.
Nadie recuerda tal movida de piedra, de áridos, ni por supuesto ningún ataque de los piratas ha producido tanto daño a las fincas como las malditas expropiaciones.

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