miércoles, febrero 28, 2007

Una isla humeante todo el año


Ahora cuando llegas a Ibiza al atardecer o por la noche te encuentras con una isla iluminada en toda su extensión y en intensidad. Esto no es normal. Quien tome el tren de noche desde Valencia hasta Portugal, cruzando La Mancha, Castilla o Extremadura se encontrará con que España es un país a oscuras. No hay, como en Ibiza, un reguero de luces, una explosión dispersa de lucecitas.
Esta es la demostración iluminada, nunca mejor dicho, de la imposibilidad de mantener Ibiza como isla sostenible. No hay Dios que pueda mantener esto.

Y esto no era así hace unas décadas. Ibiza era una isla muy luminosa de día, pero muy oscura de noche, a excepción de aquellos quince días de iluminación lunar. Ibiza estallaba en luz con la Luna llena. Ahora los espíritus evanescentes y los cursilones se dan a las raves y a las fiestas de luna-llena, sin saber muy bien porque tiene tanta ascendencia en los ibicencos.
La luna marcaba perfectamente la posibilidad de ordeñar una cabra, de seguir trabajando hasta las tantas, de hacer unas horas de camino sin peligro de descalabrarse o bien permitía trabajar en la frescura del patio o en el exterior. Daba luz, y la luz es la vida en un país oscuro.
Le preguntaban al director de la película ‘Barry Lindon’ porqué había elegido una gama de luces tan baja, pues la oscuridad reinaba durante toda la cinta. Ocurre a menudo, que hay que explicar lo obvio, porque muy poca gente sabe captar las obviedades.
Hice una película oscura, porque en la época en que transcurre la acción no había luz eléctrica, ni gas ciudad, ni petróleo. La Humanidad ha pasado miles de años sin luz. Más o menos explicó esto.
Le entendí enseguida. Yo he pasado toda mi infancia sin luz. En el campo, los payeses no tenían luz. Bueno, con el tiempo llegaron los petromax, los quinqués (fabuloso invento), pero yo recuerdo que en mi casa se usaba el aceite vertido dentro de un llumener, que no es más que una lucerna como la que usaban los fenicios –mis antepasados los fenicios y cartagineses- sólo que era de hojalata en vez de ser de cerámica o de tiesto.
Tenía un asa y una larga mecha que sobresalía por una punta. Se encendía y la llama se iba alimentando del aceite que le ibas echando a medida que se consumía. Con cuidado que ni se te cayera el aceite ni prendieras fuego a nada.
El hombre vivía con el fuego. Yo he vivido con el fuego. Lo he tocado, lo he mirado mucho, lo he saltado y cuando –de niño- quise mearme encima mi madre nos reprendía y nos auguraba incontinencia urinaria durante la noche.
No lo sé, pero la guerra del payés era férrea y contumaz contra la oscuridad. Tanit, la gran diosa, controlaba las fases de la luna y el satélite regalaba una gran luminaria cuando llegaba el momento. La luz era una fiesta porque te daba más tiempo, o sea más libertad.
Ahora todo esto no se entiende. Nadie se acuerda de cuando Ibiza estaba apagada, a pesar de lo cual el payés tenía fuego encendido durante todo el día.
Ibiza era una isla humeante por el humo de las cocinas o de los hornos, pero también el bosque era un hervidero de fuegos encendidos. Nunca había incendios. Muchos miles de años de alianza con el fuego, demasiada experiencia, el payés vivía del bosque, dentro del bosque. Estaba limpio, vigilado y los fuegos se vigilaban, como si fuera un enfermo terminal. El fuego tenía vida, el bosque estaba lleno de almas y la isla humeaba a un ritmo solar o lunar, a un ritmo cósmico.
Se gastaba poca energía, solamente la necesaria y se extraía del aceite de oliva, de la madera desechada del bosque, del sol o de la luna.
Pero de repente llegó el turismo, la felicidad, las autopistas y un gran derroche de luz inmoral y suicida.

Publicado en Diario de Ibiza, 28 de febrero 2007
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domingo, febrero 25, 2007

Hablemos de periodistas


Yo soy periodista. Y lo digo con prevención y un poco de miedo, porque si no fueran bastantes los escollos, esta pasada semana han desaparecido auténticos maestros de nuestra profesión. Y es una profesión en la que es difícil dejar un cadáver exquisito.

Para empezar Hrant Dink, 52 años, ha sido asesinado por un descerebrado, a saber si pagado por alguien o por propia estupidez. Se ha detenido a un jovenzuelo de 17 años. Importante periodista turco que se caracterizaba por la defensa de los derechos históricos de los armenios. Editor en Estambul, irritó mucho a las autoridades turcas cuando explicó que la muerte de armenios durante la I Guerra Mundial no se debió a una hambruna, sino a un genocidio.

Sobre la muerte del gran maestro Ryszard Kapuscinski ya les he hablado en otro artículo.

Y nos queda el tercer vértice, el humorista satírico Art Buchwald, que ha sido una referencia en los Estados Unidos por sus artículos políticos en los que desmenuzaba los mecanismos del poder en clave de humor. Temido y respetado, nos ha dejado a la edad de 81 años.

Se cuenta de él y es verdad que dejó grabado su testamento en video, en el que una vez más –quizás de forma un poco macabra, pero él bien puede con todo esto- da instrucciones, ajusta las cuentas y deja una bocanada de oxígeno para los peces tristes que viven en aguas turbias.

Esto, sólo en una semana en la que además murió un personaje que yo admiro mucho, el famoso Abbé Pierre, el abad Pedro, una institución en Francia, que siempre dio la lata en ayuda de los sin-techo y de los pobres. Menos mal que en Ibiza se suman los esfuerzos de Joan Marí Torres en nuestra Caritas de Ibiza.

Mirando las páginas centrales del Diario pienso: que gran diferencia entre el compacto equilibrio del invierno y la hueca algarabía del verano, llena de narcicistas y de pseudos-personajes.

Incluso los periodistas son distintos. Dentro de 90 días tenemos otra vez la invasión de los insoportables paparazzi y los cámaras de la tele-basura.



Publicado en Diario de Ibiza (Suplementos), 25 de febrero, 2007

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sábado, febrero 24, 2007

De las papas al maiz


De mi infancia ibicenca recuerdo con claridad que la patata solía abundar y era un ingrediente que se gastaba con generosidad en combinación con las legumbres inevitables, eternas, siempre consistentes.
Pero las papas fritas eran un manjar con un huevo frito recién puesto por una gallina doméstica y amiga. Hervidas, muchas veces con la col o con judías. Incluso asadas bajo las cenizas calientes, como el dulce boniato.
La patata fue poco aceptada al principio. Sólo se cultivaba para alimentar a los cerdos y otros animales. En casa se les daba todas las peladuras. Si alguna caía cerca, las gallinas daban cuenta de las féculas y las vitaminas.
Maíz recibían poco. Para mí, el maíz es un misterio, quizás porque necesita agua, agua de verdad, y en Ibiza las zonas de regadío estaban circunscritas a la proximidad de una fuente.
Me voy a regar al assud, al azud -decía mi padre. Tenía regulada una hora o quizás dos para recibir el agua, que llegaba canalizada en el pequeño valle. Assud, azud (`as-ssud´, la barrera, en árabe), palabra de evidente origen magrebí que nuestros payeses (como mis padres) conservaban desde cientos de años antes.
Pero nuestro huerto era realmente muy pequeño, así que el espacio disponible se destinaba a la patata, tomates, pimientos, lechugas, alguna col y quizás unas cuantas plantas de maíz. Y a los animales no se les daba porque no se sembraba y comprarlo debía de estar fuera de presupuesto, hablo en general. Pero es que yo no he visto grandes maizales nunca en Ibiza. Se sembraba, pero no en gran cantidad.
La mazorca recién arrancada de la caña era dulce, suave y muy pastosa en la boca. Asada en brasa suave, o mejor aún en cenizas, suponía una fiesta cuando podíamos degustar y repartirnos una mazorca tierna entre dos o tres niños. Y el hecho de que lo recuerde ya nos dice que el festín no era cosa de cada día. Ahora, cuando camino por Valencia o por Madrid, donde todavía quedan algunas viejas en una esquina, aprovecho para darme un capricho. El maíz es el maíz y, si es tierno, es una delicia. (Rehúyan a quien las unta con mantequilla).
En 1604, Méndez de Cancio, gobernador de la Florida, lo introdujo en Asturias y se extendió velozmente por toda la cornisa cantábrica y Galicia, de modo que llegó a ser (ya en el XVIII) una base principal de su riqueza, y eso cuadra bien con la abundancia de recursos hídricos del Norte. Donde hay agua, hay maíz.
Del maíz a las papas. En Canarias supieron rentabilizar sus recursos, porque el nutricio gofio canario (una bomba de calorías) está compuesto en parte por la harina de maíz.
Hay quien elabora un pan de maíz con propiedades dietéticas muy remarcables. No olvidemos las palomitas, que tienen tanto éxito en cualquier merienda, o los corn-flakes norteamericanos (los copos) que ya se están imponiendo en los desayunos europeos.
¿Y por qué no se aclimataron otros sabrosos frutos o semillas americanas en Ibiza? Estoy pensando en el cacao, por ejemplo. Pero son muchas las plantas exóticas que enraizan bien en la isla: bananas, chirimoyas, aguacates, etc. y la prueba la tenemos en la finca experimental de Can Marines.
A nadie se le ocurrió sembrarlas y así pasaron los años. Pero Ibiza recibió una de las aportaciones más grandes de su historia con el tabaco, la patata, el pimiento, el maíz, el tomate y algunas otras.
Pero repito, Ibiza no pintaba nada, quedaba al margen de todo. Hasta el siglo XVIII aquí seguíamos con el pan de trigo o de cebada, el aceite, la leche ovina y la poca carne que en cualquier caso y milagrosamente pudiera caer del cielo. La vieja trilogía mediterránea, o por decirlo de algún modo, el trigo, el aceite, el vino, y poco más, porque el pescado o la carne no siempre estaban al alcance.
El ejército romano llegó a fundar un colosal imperio a base de mascar cereales crudos, beber agua (y vino en caso merecido). Todo lo demás se hacía con el genio. Y a ser posible, malo.


Publicado en Diario de Ibiza 24-02-07
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miércoles, febrero 21, 2007

Los importantes pimientos


Estas pequeñas cosas que adornan nuestra vida sólo adquieren su auténtica importancia cuando, de repente, las echamos a faltar. Un buen cocinero puede hacer un guisado de pescado sin peces, y claro que puede hacerse una buena paella o un guisado sin pimiento. Pero nada hay como el ingrediente genuino.
El pimiento es otra planta que arribó sin más del otro mundo: patatas, maiz, tomate, tabaco... y muchos más productos de ultramar, debieron cambiar la forma de cocinar y de entender la cocina en Ibiza.
«Me importa un pimiento», decimos de algo que nos preocupa muy poco. Mal hecho. El pimiento llenó un vacío enorme y cayó del cielo, bueno de América, en sus múltiples variedades: desde el citró, que puede comerse frito, o crudo en la ensalada o muy bien cuarteado en un trempó mallorquín; hasta la pebrera, que en Mallorca dicen prebera; hasta los traicioneros pimientos de Padrón; o el pimiento morrón, que da un punto de dulce amargor a la paella valenciana; hasta las cientos de variedades de guindillas, ajís, chiles y picantillos. O el pimentón rojo, imprescindible ingrediente para nuestra sobrasada, o para aliñar en un último toque caprichoso el pulpo da feira.
En Ibiza enseguida colocaron las cosas en su sitio. Es difícil imaginar las legumbres sin un cuaje de patatas. La ensalada payesa (bueno, payesas lo son casi todas) puede combinar las tres solanáceas a la vez y casi troceadas a mano: tomates, patatas, pimiento verde, cebolla, aceite y... andiamo.
Ahora no valoramos esta revolución en nuestra despensa. La historia de Ibiza hubiera sido probablemente mucho más fácil si hubieran llegado en la primera tanda de descubrimientos, esto es desde el XVI. Pero Ibiza, queda dicho, no pintaba nada. Sería ya en el XVIII cuando estas plantas iniciarían su adaptación a las fabulosas tierras de Baal. Tierras míticas que destrozan los venenos y las ponzoñas, pero que en cambio han aceptado bien las solanáceas, que no dejan de ser (bajo distintas y determinadas condiciones) plantas muy venenosas.
También en Andalucía se aclimató el pimiento, mucho antes que en Ibiza. Así, el Guadalquivir debió ser el río que diera la bienvenida a las solanáceas, en general. El pimiento se aclimató enseguida en todo el Mediterráneo.
En el teatro clásico español abundan las referencias a los pimientos en la cocina popular. Pero cuidado, en la corte -siempre tan supersticiosos, y no pocas veces cursis y estúpidos- no lograron introducirlo hasta el siglo XVIII.
Llegaron a ser tantas las variedades que en esa época se vieron obligados a establecer diferencias en el `Diccionario de autoridades´.
Yo sigo pidiendo a los investigadores pitiusos que deambulan entre papeles del archivo que abran bien los ojos, que se pongan las antenas. Sería un trabajo de investigación muy bonito (y tendría un gran éxito en Ibiza) ir desgranando cuándo entran todos (o parte de) estos alimentos. Yo doy fechas de referencia, sé que no voy mal encaminado, pero no basta. Tiene que haber facturas de pagos, listas de envíos, actos de recepción de autoridades, regalos de ciudades vecinas... Tiene que haber documentos al respecto. Me gustaría mucho que alguien tomara nota.
La gastronomía también es cultura, y a través de los alimentos puede saberse muchísimo de una comunidad y de sus relaciones comerciales.


Diario de Ibiza, 21 de febrero 2007

Curiosidad: El pimiento es un ingrediente básico en miles de recetas. Aquí un ejemplo.

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domingo, febrero 18, 2007

Graves carencias sociales


Bajo este manto dorado y obsceno de falsa riqueza y de encanto vacacional, existe una Ibiza gris, triste, un tanto pasmada y con graves carencias sociales. Carencias que afectan al individuo, por lo tanto a la sociedad.

No es un tema del que yo escriba mucho, porque uno piensa que tanto concejal y tanto consejero dedicado al ramo (y al ramo parecen dedicarse más que a los problemas) solucionarán los problemas por el simple proceso de seguir un guión trazado.

Pero aquí nadie traza gran cosa. Los problemas de fondo jamás se solucionan.

Tampoco se ventean en la prensa, no hay habitualmente fotografías de los políticos (sólo en la inauguración) y no se siente una presión social continuada por arreglar los problemas. Quizás es por esto que los políticos –que son quienes tienen la firma y el boletín oficial- piensan que es más rentable una buena foto en el mercadeo turístico de las ferias, que una foto a pie de calle o al pie del cañón.

Voy a mencionar dos que el Diario ha tratado recientemente. Uno es las barreras arquitectónicas, problema que yo sí he tratado desde que empecé en 1972. Me parece grave que una persona minusválida, anciana, impedida o enferma no pueda hacer una vida de relación normal, simplemente porque se han aparcado mal los coches o se han construido mal las entradas. Es bochornoso y es ilegal en el caso de los edificios públicos.

Otro problema crónico, o sea una situación inevitable, es la Ibiza de la pobreza. Joan Marí Torres, con quien compartí unos años de seminario en Ibiza, siempre ha manifestado una voluntad incondicional de servicio, de apostolado –digámoslo sin rubor, pues aunque no está ordenado tiene más estudios de los necesarios para ser sacerdote- ha sido designado director de Caritas. Ya cuenta con la compañía experta de Esperanza Marí y de numerosos voluntarios. Ellos son los ángeles guardianes que han de aliviar situaciones desesperadas de mucha gente que no puede seguir el tren. Pero a veces pienso que el nuestro es un tren que nos lleva a ninguna parte.

Publicado en Diario de Ibiza (Suplementos) 18 de febrero, 2007

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sábado, febrero 17, 2007

Una bomba demográfica

Es bueno que una población crezca, que el crecimiento vegetativo sea positivo, que los nacimientos superen un poco a las defunciones y que la sociedad mantenga su carga de población y aun la supere. Pero en cifras lógicas dentro de un crecimiento vegetativo. Justo todo lo contrario de Ibiza.
En Ibiza no es un sano y razonable crecimiento vegetativo: es un desbocado crecimiento salvaje. Durante el mes de enero, nuestro Diario ha ido ofreciendo estos resúmenes estadísticos donde se nos confirma lo que ya sabíamos, no por cifras absolutas, sino por la culminación de una tendencia.
Ibiza crece mucho, salvajemente y desde hace mucho tiempo. Lo cual quiere decir que los políticos-empresarios podrían haber previsto esta situación. Bueno, y la han previsto, pero para hacer negocios muy sabrosos para el sector privado, aunque a largo plazo serán ruinosos para la sociedad y la isla en su conjunto.
Que seamos 120.000 habitantes no es alarmante en sí mismo. Podríamos ser el doble. Lo inexplicable es que Ibiza sea la que más crece -desde hace tiempo, repito- en población, de todas las Baleares, que a la vez está entre las comarcas de mayor crecimiento en toda España. Lo alarmante es que este crecimiento es inducido artificialmente, a costa de unos recursos ya escasos y deficientes. A costa de la calidad de vida de Ibiza, de los ibicencos.
Los datos son espeluznantes (consulten los días 2, 3, 21 y 29 de enero). Por ejemplo, «las Pitiusas han aumentado un 45% su población desde 1996, el mayor crecimiento de Baleares», resume un titular.
Pero algo se nos aclara cuando vemos que «la inmigración representa el 87% del incremento de la población en la última década». ¿Y por qué los inmigrantes no han ido tanto a Mallorca o a Menorca, si allá viven y trabajan de lo mismo? Han venido a Ibiza, se les ha inducido, se les ha contratado para construir pisos para quien venga a construir pisos... y así sigue eternamente la cadena de la destrucción total, definitiva e irreversible de Ibiza.
De acuerdo, pero el crecimiento ¿no se debe también a que la gente de Ibiza goza de un buen nivel de vida y tiene más hijos? Pues no, porque el 31% de los nacidos en Ibiza y Formentera son hijos de madre extranjera. Una de cada tres madres es extranjera.
Construir apartamentos, pisos, adosados, puertos, canales, túneles, autopistas, asfaltar los caminitos de tierra, levantar grandes centros puede obedecer a una necesidad social, pero no a este ritmo ni a este nivel. Es una pura maniobra suicida de especulación. Tácticas partidistas políticas para ganar mucho dinero y de paso elevar artificialmente el Producto Interior Bruto de la isla, que está sumido en una desastrosa crisis estructural desde hace años.
Y finalmente, en estos magníficos trabajos de recopilación del Diario, leo un pie de foto que dice: «El aumento de la población origina consecuentemente el crecimiento de la construcción». Esto, siendo verídico, no elimina la posibilidad contraria, que es la que yo mantengo en este artículo: precisamente es la oferta de un puesto de trabajo (Ibiza ya lleva años rondando a las cuadrillas de trabajadores castellonenses, extremeñas, etc. para traérselas a Ibiza) lo cual actúa de efecto llamada hacia Ibiza. Hay trabajadores porque hay constructores y hay construcciones porque les sale a cuenta. No por necesidad social ni económica.
¿Hay trabajo en Ibiza? Pues vamos todos a Ibiza. Una vez aquí, caen en el explicable espejismo de creer que toda Ibiza es monte y el monte todo es orégano. Y adquieren un piso (bueno, adquieren una deuda)... Y sigue rodando la gran bola de nieve.
Este crecimiento alocado de Ibiza seguirá mientras los políticos no digan basta ya, se acabó este ritmo de construcción. En Ibiza sobran inmuebles vacíos. Pero nadie dirá esto, y nosotros haríamos muy bien en no burlarnos de alguno de estos acomplejados que dicen con afán senil que han llegado muy lejos. Porque tiene razón. Porque todos hemos llegado ya demasiado lejos, y creo que no hay marcha atrás.
No hablaré de política. Pero si os gusta este modelo de sociedad, de crecimiento -que seguirá- es bueno recordar que es un modelo del Partido Popular y sus empresarios (algunos de los cuales todavía van de mesías salvadores de la isla). Agradecédselo con vuestro voto.
Pero si el modelo PP os parece ruinoso y desastroso para la isla, ahora es el momento de poner el voto en la urna y dárselo a otra opción... aun sabiendo que en Ibiza ya no caben más milagros. Yo no los espero.

Publicado en
Diario de Ibiza (Opinión), 17 de febrero, 2007

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miércoles, febrero 14, 2007

Correr la ribera


Ha embarrancado un buque mercante frente a las costas de Devon y los habitantes de las cercanías se han lanzado como posesos a correr las costas. Esto se llama `hacer la ribera´ y es un deporte universal, aunque los novelistas malévolos del siglo XIX (y quizás algún cronista del XVIII) lo atribuyen a los buenazos habitantes de Formentera.
Ya saben que pienso en aquel valenciano excesivo (como casi todos), chulo y temerario, llamado Blasco Ibáñez, que tomó Ibiza como si se tratara de una exótica región del lejano Oriente.
Según estas versiones, los raqueros eran profesionales del despojo y del saqueo. Yo he visto incluso una película basada en unas familias de raqueros, que señalizaban mal aposta las peligrosas costas rocosas, en las que encallaban los buques cargados de mercancías.
En unas horas, mujeres, niños y mayores recogían todo lo posible de la ribera, lo transportaban y lo escondían, para hurtarlo a la vista de la policía que, de todas formas, también participaba del botín.
No recuerdo dónde, yo he leído en algún sitio esta actividad atribuida en tiempos antiguos a los formenterenses. Más bien es lo contrario: cualquier navegante, de los miles que han zozobrado en los Freos o cercanías, ha recibido generosa ayuda de los buenos marinos de Formentera.
Pero no he podido evitar pensar en Formentera cuando he visto la alegría de los habitantes de Branscombe, que vieron cómo las costas del suroeste de Gran Bretaña se llenaban de containers.
Temían una inevitable marea negra, pero en su lugar comenzaron a llegar carísimas motos BMW (18.000 dólares), lotes de piezas de recambio BMW (5.900), botas Timberland (240), botes de perfume L´Oréal (20), zapatillas Nike (120), madejas de lana, barrilitos de roble para vino (200), neumáticos, pañales, electrodomésticos, etc. Los precios en dólares los tomo del semanario Time.
Lo bueno del caso es que según la ley inglesa, todos estos productos procedentes de un naufragio, cuando llegan a la costa pertenecen a quien los recoja y ponga a buen recaudo, siempre y cuando los declaren a las autoridades y, en su momento, nadie los reclame. Y sólo los puede reclamar el legítimo dueño. O sea, prácticamente imposible o poco interesante. Nada rentable, desde luego.
Este accidente del `Napoli´ ha provocado grandes debates sobre la propiedad en el mar en un país de piratas. Gran Bretaña, como Ibiza, vive el mar desde un punto de vista muy fogoso. De ahí se ha pasado a discutir sobre el control económico de los puertos mayores del Planeta. Yo tan sólo me acordé de la película sobre los raqueros y de Formentera.

Publicado en Diario de Ibiza, 14 febrero, 2007.


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domingo, febrero 11, 2007

Turismo de primavera: las ganas

El catedrático Eugeni Aguiló de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) ha dado a conocer las conclusiones de su estudio sobre prospectiva en torno a la evolución del turismo en nuestro Archipiélago.
Parece que lo más llamativo es el deslizamiento de las costumbres, en el sentido de que el fuerte del calendario turístico ya no seguirá siendo julio, agosto y septiembre, sino los dos equinoccios, primavera y otoño.
No sé cómo ha realizado el estudio, pero aquí debo gastar parte del crédito que tiene acumulado por otros trabajos. Es economista y ha demostrado en otros casos su solvencia, pero déjenme decir enseguida que en esta ocasión Eugeni Aguiló expresa más un deseo, o una opinión antes que una conclusión científica.
Es valiente, hay que admitirlo y a mí me gusta este tipo de actitud. Los periodistas no podemos trabajar con el puede/ser/quizá o con la ambigüedad y prudencia mediante la cual muchos científicos disfrazan su ignorancia. Simplemente.
¿Y por qué ocurrirá esto con los turistas? Por la evolución errática del clima, por el cambio climático, que causará numerosos contratiempos meteorológicos. Bueno. Pero eso por si mismo no es suficiente.
En primer lugar no está claro que los meses primaverales estén exentos de brutales tormentas de Levante.
Pero es que toda Europa debería cambiar el calendario escolar, laboral, festivo, etc. Además esta subida térmica de los veranos isleños no tiene porque ser disuasoria en el tipo de turismo que suele venir.
Yo creo que influirá más la evolución de los precios del crudo y los consiguientes ajustes en los vuelos de bajo coste. La calidad de los servicios y el sostenimiento de unos precios razonables que las razones directamente climáticas.
Además, los meses equinocciales se verán muy concurridos, pero es por otra razón. La construcción de miles de residencias adquiridas por ciudadanos europeos. En verano las alquilan o se marchan a su casa más fresca en el norte.
El trabajo de Aguiló es arriesgado y creo que se debe trabajar a partir de una batería de con-causas. Quizás lo ha hecho.

Publicado en Diario de Ibiza, 11 de febrero, 2007

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sábado, febrero 10, 2007

Lo dice Kapuscinski: nada como los años 60


Siempre he defendido las potencialidades de los años 60. Siempre he valorado los hechos (los que uno pueda conocer) de aquellos años en todo el Planeta como importantes, influyentes, peculiares, en contra de muchas opiniones que no valoran en gran cosa aquella época. Cuando he leído alguna opinión autorizada en contra, no me ha costado nada aportar mi opinión para hacer notar que los años sesenta fueron únicos en el siglo XX.
Hasta un chico de Ibiza que abría los ojos puede darse cuenta del fenómeno. Es decir, en 1960 yo tenía ocho años. Cuando acababa la década yo comenzaba de despertar al periodismo, a tener biografía, a sentirme autónomo. O sea, yo no viví los años sesenta, así que cuando magnifico su importancia es más por envidia que por nostalgia. Leía, claro, los episodios terribles del mes de mayo en París, Nanterre, Praga, la convención demócrata de Chicago, el goteo de ataúdes norteamericanos que iban llegando desde Vietnam... y después un abrumadora y sorprendente avalancha de gente cansada, sucia, greñosa, perezosa, pero llena de vida y de originalidad que caía sobre Ibiza y Formentera.
Lo que hace importante aquella década no es la sobreabundancia de hippies, de niños de Dios, los niños de las flores, de músicos ambulantes, bohemios, artesanos, revolucionarios de salón, sino las causas que los crearon. Eso es evidente.
Ahora ha muerto el escritor admirable, el periodista polaco Ryszard Kapuscincki. Leyendo el blog de Arcadi Espada, recupero una entrevista publicada en El País del 14 de agosto de 2000. No la había leído. Aquel día yo estaba en La Coruña paseando por Riazor bajo el sol más humano y soportable de Galicia.
Treinta y dos años después... todavía se hablaba del 68. El gran `Kapus´ recordaba que estaba en América Latina, donde en aquellas fechas se tenía al Che como a un Dios, se hablaba mucho de la revolución, y se interpretaron los hechos de Praga como un golpe contrarrevolucionario.
No entendían nada, pero `Kapus´ conocía el proceso de descomposición del régimen comunista. Piensa que los años finales de los sesenta fueron determinantes para la caída del muro de Berlín. En realidad, 1989 sólo fue el golpecito final, la culminación de un proceso que quedó estructuralmente planteado en 1968.
Quizás en aquellos momentos la poesía, las películas, el hippismo eran más bien movidas melifluas y folklóricas. Pero la guerra de actitudes cogió por sorpresa a los gobernantes, que no sabían cómo actuar.
Kapuscinski lo dice: "El movimiento mundial de 1968 fue importantísimo". El entrevistador se muestra escéptico y pone en duda los resultados. El polaco explica que él ya no era marxista en aquella época, y que los resultados de aquel momento quizás fueron pobres, aparentemente. Pero tuvieron consecuencias a largo plazo: «Ni antes ni después ha habido en el mundo un momento como aquel de tanta participación y de tanta fe. Nunca jamás se ha repetido esto».
Ahora `Kapus´ ha desaparecido, a los 75 años. Muy joven. Sus libros son piedras angulares, ejemplares, como el caso de `Imperio´, donde desnuda casi con crueldad el régimen comunista soviético. Cayó todo y de paso se llevó por delante el concepto de izquierda y el comunismo. Hoy ya nos medimos por otras referencias.
Como en casi todo, clarividente y denso, un gran viajero que amaba la humanidad y que no cedía ante los tópicos fáciles. Por mi parte, le agradezco esta sintonía valorativa de los años Sesenta, siempre tan controvertidos.


Publicado en Diario de ibiza, 11 febrero 2007

Regreso al BLOG PRINCIPAL

miércoles, febrero 07, 2007

Patata


Desde los casi cuatrocientos años de su llegada a Europa, puede decirse que ha evitado más muertes que la penicilina.
Desde el siglo XVII salva a cientos de miles de personas de morir literalmente de hambre. A millones, tras las grandes hambrunas y las malas cosechas de cereales. Una gran parte de la población las conoce y las hace suyas, las adapta fritas, hervidas o asadas y a partir de entonces ya forma parte activa y básica del menú diario.
No fue así al principio. Se le consideraba indigesta, flatulenta y debilitante. Por ello se la destinaba al engorde de los animales, en especial en Italia. Una gran parte de su éxito se debe a los británicos Drake, Cavendish o Harriot. La historia de Irlanda ya no es la misma desde que John Hawkins la introdujo en una isla misérrima. Quien haya leído las novelas de Patrick McCourt (`Las cenizas de Ángela´ y `Lo es´) puede recordar las descripciones de aquellas calles siempre húmedas y hambrientas. El único consuelo era una poco de lumbre y algunas patatas para matar el hambre. Muchas patatas, siempre patatas.
Puede seguirse una prueba parecida en las novelas francesas del XVIII y del XIX.
El hecho es que se introdujo y conquistó Europa. El descubrimiento renovó bríos y revolucionó la economía, pero es muy tarde cuando en Ibiza podemos detectar algún beneficio, tras la liberalización del comercio. Un intenso tráfico marítimo desde Valencia y Barcelona solicitaba brazos expertos y la isla de Ibiza ya había experimentado una remarcable disminución de los ataques, que fueron terroríficos en el XVI y en el XVII. A partir del XVIII los comerciantes catalanes intervienen intensamente en el comercio marítimo con América. No pocas fortunas catalanas se labraron a la sombra de esta actividad naval, a pesar de las quejas que todavía hoy expresan algunos nacionalistas. Es entonces cuando se ponen de moda en la península los famosos `ultramarinos´, tiendas que venden todos estos productos. En la Península y en toda la isla de Ibiza.
Y debió ser por estas fechas cuando la patata hace su entrada en toda regla en nuestra isla. Es seguro que se conocería, pero no me consta. Quizás aparezcan estos tubérculos citados en alguna lista de mercancías. Y no hubiera sido raro que llegara desde Inglaterra, donde ya estaba aclimatada. De hecho Ibiza exportaba patata a Inglaterra y con gran éxito en pleno siglo XX.
Otra solanácea que se adapta a Ibiza de manera perfecta, como el tabaco, los pimientos o los tomates.
Yo recuerdo desde mis primeros años que se sembraba en un pequeño huerto y la había blanca y roja. Uno de los temores era siempre el cadell o el escarabajo de la patata. ¿Pudo venir de Gran Bretaña? Era el mayor peligro que acechaba al tubérculo. Lo taladraba de parte a parte, dejando un enorme túnel que invalidaba la patata para el consumo.
Me gustaría conocer la historia de la patata en las islas, donde se consiguen sabrosas variedades. Alguien encontrará todo esto en los archivos.
Ahora nos queda la sensación de que la historia de Ibiza hubiera sido mucho más fácil de haber gozado de este tubérculo desde el siglo XVI. Pero ello no fue posible. Ni patatas, ni cereales ni casi aceite.
Desde que llegó se la acogió con un extraordinario afecto. Quizás tanto como otra solanácea recién llegada: el tabaco.


Publicado en Diario de Ibiza, 7 de febrero de 2007.

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domingo, febrero 04, 2007

Pon flores en tu pelo

Ha muerto Denny Doherty, al que no hay que confundir con el descerebrado novio de Kate Moss, y como no puede ser menos, ambos visitantes asiduos de Ibiza, templo del disparate y de Pocholo.
Mamas and the Papas era un grupo que en los años Sesenta compuso las mejores canciones del siglo XX. Mama Cass era muy gorda, casi tanto como nuestra hermosa Johnnis, que además de obesa y pelo rizado es mulata, de un hermoso color, más bien tirando a chocolate.
Mamá Cass falleció de un ataque cardíaco, pero porque se atragantó. Los malditos kilos. Muchos de aquellos músicos, cientos, miles, han muerto por cáncer… de pulmón. Inolvidable Frank Zappa, un talento con un coeficiente intelectual muy superior a la media. Pero fumaba mucho el condenado. No es el porro –aunque tampoco puede ser benéfico- como se dice a menudo: es el tabaco asesino que, combinado con el papel de fumar y el hachís crea una bomba en los pulmones que acaba por surtir efecto.
Denny era canadiense y muy prolífico, quizás menos que John Philips. Eran dos hombres y dos mujeres: ‘California Dreamin’(1966), ‘Monday Monday’, etc. y además tenían tiempo para actuar en Monterrey y ayudar a componer el himno del hippismo (1967): ‘San Francisco’ de Scott Mckenzie. Grabó la canción, filmó dos trailers, se llenó de asco y desapareció. Si vienes a San Francisco debes ponerte flores en el pelo. Un himno.
José María Iñigo todavía lo programaba en la radio en 1970. Nosotros lo tatareábamos en la barca, camino de Formentera. El San Francisco de Formentera era casi tan conocido como el de California.
Muchos de aquellos americanos llegaban demacrados y huían de su policía, eran prófugos. No podían ir a California, pero llegaron a Ibiza, una isla que no entendía absolutamente nada.
¿Por qué han venido a Ibiza? Tampoco entendieron porque abandonaron las Pitiusas en 1974 y 1975. Yo sólo les decía: “La guerra ha terminado”. Desde entonces los ibicencos hemos hecho la guerra a nuestra propia isla y hemos sabido destrozarla. ¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria!

Publicado en Diario de Ibiza, 4 de febrero, 2007.
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sábado, febrero 03, 2007

El etnocentrismo en las islas


Por mucho que uno lo recuerde no servirá para nada: en Ibiza nos miramos demasiado el ombligo y prescindimos con una facilidad pasmosa y preocupante de lo que pueda ocurrir en el exterior de nuestras fronteras naturales. Una vez llegamos a la costa, estamos en el finisterrae, el fin del mundo. Ya no hay nada más allá.
Lo digo porque sólo desde este ombliguismo, este mirarse sólo el ombligo o llamémosle etnocentrismo (mirar sobre y hacia el interior de la propia tribu sin ver nada más allá) puede explicar ciertas cosas. Los jefazos del turismo dicen, afirman y repiten como loros que Ibiza ha alcanzado grandes cotas de visitas turísticas. Bueno, pues no. Pero es que en todo caso no es por méritos de Ibiza, es porque han viajado más turistas. En España estábamos anclados entre los 55 y los 56 millones de turistas anualmente. Bien, en 2006 hemos sobrepasado un poco los 58 millones y no todo es mérito de los Portmany Boys. Sin quitarles el que tengan.
Ibiza está sumida en un pantanal del que no sé ya cómo saldrá, pero este es otro tema.
El otro día un compañero, con buen criterio y mejor experiencia, porque yo estoy en Portugal libando los aires atlánticos, remarcaba que Ibiza ha perdido una estación. Ibiza se está quedando sin invierno. Sí, querido, pero no sólo Ibiza. Todo el hemisferio norte, el Septentrión está asombrado por la fenomenología climática. En el hemisferio austral están en tanga disfrutando del verano, pero es que... en Berlín gozan de lo que llaman una `segunda primavera´. Roma es una capital más fría que la puñeta, pero este invierno está dejando que la alegría de las terrazas inunde las callejuelas romanas, cobrando una vitalidad más propia del verano o de la primavera. Se toma el capuchino en las mesas de fuera. En Moscú parece que el deshielo ha llegado mucho antes, se han dejado los gorros con orejeras y se puede pasear por la ciudad. Lo mismo ocurre en Londres, cuando no la inunda una pastosa manta de smog, de estas nieblas infernales que no parecen disiparse nunca.
Los osos no duermen ni con pastillas. Los cerezos florecen dos meses antes y las estaciones de esquí de Suiza, Francia y España se están arruinando. Las tiendas de ropa, acostumbradas a vender por moda, o sea por temporadas, ahora se encuentran con todo el stock sin vender.
Gracias a todo ello, hemos gastado poquísimo queroseno para la calefacción y el petróleo ha bajado ostensiblemente.
Ya no tenemos verano. Pero esto tiene que pasar factura por alguna parte.
Para Ibiza muy bien: algunos europeos quizás decidan a aprovechar su casa de la isla para caminar un poco entre los mastines de los vecinos. Pero otros se quedarán: si estoy bien en Francfurt ¿para qué me voy a mover?
En Nueva York florecen los cerezos de Central Park a mediados de diciembre. Como siempre el corresponsal se equivoca al pensar que los almendros y los cerezos florecen en primavera. Aunque habrá de todo, son frutales que florecen en pleno invierno.
Los hielos árticos se resienten, la temperatura media ha subido cuatro grados. Los osos polares se ahogan al tener que nadar grandes distancias. Los grandes glaciares se están fundiendo y los hielos eternos se resquebrajan.
No cabe ninguna duda de que el clima es caprichoso, pero tantos cambios en todo el Planeta sólo pueden indicar que estamos en pleno proceso. Y como dice James Lovelock, el autor de la teoría Gaia, no estaría mal en pensar en construir centrales nucleares para poder disfrutar de la mínima energía necesaria. Y limpia, aunque sea muy impopular.

Diario de Ibiza
, 3 de febrero, 2007.
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